Hoja de ruta

Ignacio Martínez

¡Viva lo blando!

SI hay algo que un servidor ha echado de menos en esta campaña electoral, que no será recordada por sus aportaciones a la historia de Andalucía, es la falta absoluta de sentido del humor. No hubo campaña más crispada, bronca, huera, decepcionante que esta que terminó anoche. Leo en un periódico que sonreír ante algo es proporcionar una alternativa, y pienso que pocas alternativas nos ha proporcionado esta lluvia de pedradas que acaba de terminar. Ni una ironía, ni un sarcasmo, ni una sonrisa.

Un famoso humorista francés, Coluche, anunció en 1981 que se presentaba a la elección presidencial que acabó ganando Mitterrand. En la explicación de su campaña lanzó un eslogan imbatible: "Coluche, el único candidato que no tiene ningún motivo para mentir"; consiguió un 16% de expectativa de voto. El viejo Mitterrand se inquietó y encargó a amigos del artista que le disuadieran. Ya lo hizo De Gaulle en 1965 cuando se presentó Pierre Dac, héroe de la Resistencia además de humorista. Creó el Movimiento Ondulatorio Unificado (MOU) y su lema era "los tiempos son duros, ¡viva lo blando! (mou en francés)". Se retiró.

Aquí un tipo del corte de Gila haría estragos. Y Santiago Segura en un debate parlamentario llamaría la atención. No crean que es simple teoría. Sin ir más lejos, hace un par de años en Islandia un famoso humorista montó un partido protesta y en seis meses conquistó la Alcaldía de Reikiavik. El Partido Mejor desplazó a las siglas tradicionales con un programa que se declaraba abiertamente corrupto y aseguraba que no cumpliría sus promesas electorales. Aquí en España lo más cerca que tenemos es el Partido del Karma Democrático, fundado en Vizcaya por otro humorista, que sacó más de mil votos en las municipales de 2007 en Bilbao. Sus principios ideológicos eran fomentar el humor, el tapeo, el amor y la condonación de la deuda del Tercer Mundo. Su más conocido eslogan fue: "PKD el voto inútil. El voto como tú".

Sin necesidad de acudir a ejemplos raros, en el propio Parlamento andaluz ha habido ilustres ejemplos de portavoces con fina ironía y buen sentido del humor. Por ejemplo el recordado Juan Santaella del PP, o Pepe Caballos del PSOE, o las ocurrencias de Antonio Romero del PCA, empeñado en la primera legislatura en mencionar a su pueblo en los discursos, para que Humilladero figurase en el Diario de Sesiones o los pildorazos de humor jerezano de Pedro Pacheco del PA. Pero más allá de las personas, nuestro Parlamento regional dio la vuelta al mundo con un ataque de risa colectivo acaecido en noviembre de 1994 bajo la presidencia de Diego Valderas, cuando primero Chiqui Gutiérrez del Álamo y después el mencionado Santaella fueron incapaces de articular palabra para llamar a los diputados a una votación nominal.

En nuestra política regional falta humor. Y, por ende, alternativas.

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