H style="text-transform:uppercase">ABLAMOS con suficiente desenvoltura de "año nuevo, vida nueva". Pero en la mayoría de las ocasiones no es más que un dicho conocido y popular. Al final muy poco cambia. Casi todo sigue igual. Este año el país y nuestra provincia tienen por delante retos trascendentales. Pero se dice también, así se ha escrito y publicado, que tras "el año de las incertidumbres y los sobresaltos políticos", escasos auspicios prometen augurar tiempos mejores. Poca confianza tenemos en la estabilidad entre el narcisismo de la izquierda y el conformismo de la derecha, los radicalismos e indecisiones de ciertos grupos políticos, los sectarismos de otros y la falta de firmeza en los apoyos cuando se ponen en duda posiciones, como la expresada en su discurso de fin de año por la presidenta de la Junta de Andalucía, que los políticos "tenemos que anteponer el interés general a los intereses partidistas y personales".

La soporífera e inútil verborrea intelectual y las presuntas propuestas progresistas, cuando cualquiera de estos conceptos tiene mucho de engañoso y ambiguo, nos llevan a un destino dudoso, resbaladizo e inestable. Junto a promesas de imposible cumplimiento y otras falsedades flagrantes se han construido muchas campañas electorales. Diversas gestiones autonómicas, provinciales y municipales están demostrando incapacidades notables, desgobiernos, arbitrariedades e incompetencia en las administraciones que no pueden trasladarse a la gobernación del país. Unas diferencias políticas, en muchos aspectos mínimas, pueden contrariar una alianza firme en la gobernabilidad de España en esta etapa compleja que requiere de acuerdos sólidos, constructivos y objetivos vigorosamente compartidos.

Todos, sobre todo los más reputados analistas de tertulia, se han equivocado en los pronósticos y las previsiones - tengamos como error garrafal la elección de Trump, entre otros - y sobre todo los también denominados "expertos economistas" que son como los médicos que aciertan en el diagnóstico pero se equivocan en la terapia y no curan la enfermedad. No cabe el error ante un desafío tan decisivo.

Retos nacionales en terreno incierto y apuestas provinciales de altos vuelos que deben pisar terreno firme. Esta ciudad, alegre y confiada, dispone de un año en que puede demostrar sus posibilidades. No podemos seguir viviendo de los tópicos, de los lugares comunes, de la retórica autocomplaciente, de nuestras habituales y ocasionales ocurrencias e improvisaciones. Debemos potenciarlas, rentabilizarlas, abandonar de una vez para siempre el victimismo y la obsesión por las 'manos negras'. Revitalizar la sociedad civil, la iniciativa privada y la imaginación. Lo que no hagamos por nosotros mismos, pocas veces o tal vez nunca, nos lo darán las eternas promesas de las administraciones, vengan de donde vengan. La evidencia de proyectos jamás cumplidos habla por sí misma. A esa reactivación debemos referirnos cuando hablamos de año nuevo, vida nueva Alea jacta est (la suerte está echada). Huelva debe salir dignamente de tan decisivo envite.

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