Ni antes ni después, pactaré con el populismo". "El populismo es al final, Venezuela de Chaves. Pobreza, cartillas de racionamiento, falta de democracia y pobreza".

"Nosotros, ni con el PP ni populismos".

"Gobierno de coalición sería aceptar gente inexperta y un presidente que, como el noventa y cinco por ciento de los españoles, no podría dormir".

"Tengo un concepto no nacionalista del término nación".

"Me considero madrileño y español, no como los que tienen aquella visión de España uninacional que solo se puede ser español en la nación española".

"Pablo Iglesias usa la mentira como forma de hacer política"

… después de esta pequeña miscelánea de declaraciones con acuse de recibo del caudillo Sánchez, la última, por cierto, antológica como otras muchas que ustedes recordarán, generan incertidumbre, desconcierto y a un tiempo vergüenza ajena además risa porque pasa de la rebelión a la sedición o del desorden de orden público a la aceptación de un problema político, sin solución de continuidad. A ello, debemos añadir que lo que no pudo ser -¿resultó imposible o estaba calculado?-, se convirtió en factible con diez escaños menos, lo cual aparte de inexplicable lleva a pensar en un rotundo fracaso estratégico que convierte al comunista proscrito, generador de insomnios colectivos, en vencedor virtual del evento electoral. El adversario del sanchismo, al que en apariencia había que laminar, resulta que ve su objetivo en vías de culminación -entrar en el Gobierno- y ZPedro, es ganador aritmético pero derrotado político al no ver cumplido su intento de jubilar a Iglesias.

Conclusiones: el desbloqueo, tras el antobloqueo inducido por el sanchismo, es un teórico gobierno sanchista- populista de extrema izquierda y en segundo lugar, nunca sabremos cuando nos está mintiendo porque no sabemos en qué momento dice la verdad y a la inversa, con lo que sus manifestaciones forman parte del galimatías del personaje con una personalidad narcisista y unos criterios institucionales poco respetuosos. Último ejemplo, anunciar el pacto con el Rey en un teórico viaje de Estado.

No favoreció el acuerdo porque quería más y no lo ha hecho, con lo que lo cuantitativo le sustenta y en los objetivos políticos, fracasa. Victoriosa derrota, aunque sea contradictorio. Por fin, una lectura superadora del alardeado supremacismo moral de determinada izquierda. Rivera, aparte de sus errores estratégicos, ha sido penalizado por la escasa fiabilidad que la volatilidad de sus propuestas generaba, lo que el voto moderado ha castigado. Sánchez, es patente que tiene demostrada la escasa confianza de su discurso y gana. Lo cual, es propio de un caudillaje incompatible con los modos democráticos.

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