EL aval de la afición seguro que no le faltará al Recre en esta rémora de puntos y reducida fiabilidad que acusa en su lucha salvadora. Pero, hay una línea de alta tensión que recorre el Nuevo Colombino y con el epicentro distribuido en la parcela que ocupa los dos banquillos. Víctor Muñoz convive con la alerta roja constante de "match ball" desde noviembre, ahora inicia diciembre sin cambios en su hábitat. Víctor Fernández detecta alerta naranja a medida que se diluye un crédito cada vez más limitado sin hallar el norte el equipo tras el esfuerzo inversor en pretemporada.

Los respectivos consejos piensan de una forma y se manifiestan de otra, lo que deja un halo de poca confianza entre lo previsto y lo dicho como descartar un punto final para alguno de los Víctor caso de una derrota. La siembra en el Recre después de la tempestad con amago del tsunami post San Mamés provocó un escalofrío interno de derrotismo. Lo que parece inevitable es que el voto de confianza en ambos casos está bajo mínimos. Y por si faltara algo de ingrediente picante en este menú de crisis es que dos de los entrenadores más laureados de la historia del Real Zaragoza no están en estos momentos para una foto de cordialidad por la tensión deportiva de ambos equipos. Máximo respeto sin olvidar el pasado reciente que no dejó una cita para café.

Recre y Zaragoza buscan en el duelo cumbre de aragoneses la victoria más necesitada en el día "D" y hora "H" que ofrezca tranquilidad, confianza y toma imprescindible de entusiasmo. El desafío del Recre, sin vuelta atrás ni para tomar impulso, es superior a la de su rival porque sus aguas bajan más turbulentas, se halla en descenso y desarmado por una artillería de fogueo, que en la práctica el peligro acecha a Muñoz más que a Fernández, con mejor cartel en su club. Víctor, el nuestro, sabe dónde falla el equipo, pero todavía no ha dado con la tecla que obre el milagro.