Cuando escasea la certeza en algo o en alguien, disminuye la seguridad y la confianza y se produce una desagradable sensación de inquietud, podría decirse que nos hemos instalados en la incertidumbre (o ella en nosotros). Aseguraba Kant que una forma de medir la inteligencia de las personas consiste en probar cuanta incertidumbre son capaces de soportar. Si esto fuese cierto, nuestra clase política debería estar nominada para el Nobel de Inteligencia (si existiese), porque esta voraz pandemia que nos ha traído, como efecto colateral, la sensación de vivir viviendo en el ojo de un huracán con informaciones contradictorias, aunque lleguen de fidedignas fuentes, tratamientos inciertos a los afectados, gestores que no saben separar bien las cuestiones sanitarias de las políticas… Y no pasa nada, siguen optimistas y hasta felices, diría yo.

Los grupos sociales y políticos, situados en el centro de un ring, unas veces se atacan entre sí y otras, como medio de defensa y con la seguridad de tener la razón siempre, llegan a lo más osado y atrevido: crecen, sintiéndose en posesión de la verdad ¡Qué insólito! ¡Qué temerario! ¡Cuánta ignorancia se esconde tras esa actitud! Como si no tuviésemos percepciones distintas sobre la realidad… Como si esa "verdad" no dependiese de los contextos en el que se trabaja, o en dónde se desarrollan tus hijos o cómo te hayan educado…

Será esa convicción la que lleva a sospechar, inevitablemente, de un grupo de científicos que, enarbolando con ingenuidad a la verdad por bandera, osan, con una elevada proporción de prepotencia y soberbia, autodenominarse "Médicos por la Verdad", y surge la duda: los argumentos que esgrimen ¿No serían mucho más creíbles si sustituyesen eso de "la verdad" por el posesivo "nuestra verdad"? Nombrar así a esta Asociación es dar por hecho que esa "verdad" que buscan es la única, de modo que sus arriesgadas afirmaciones, relacionadas con el covid, no pueden estar equivocadas ni ser manipuladas… Estos médicos, convencidos de su verdad, defienden la inutilidad de las mascarillas, de los test o de las vacunas, como fieles seguidores de la corriente negacionista alemana.

Actúan como si no existiesen otras realidades ni diferentes percepciones. Nunca habrán reflexionado sobre ese "Depende, todo depende de según como se mire, todo depende", que cantaba Pau Donés. Nunca habrán leído a Gandhi: "Mejor que ser vencido por la verdad, que triunfar por la mentira". Nunca habrán pensado en que la verdad es plural.

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