Para Huelva siempre la primavera fue la avanzadilla de un verano auténtico. Un tiempo lleno de luz, de sol, con sus consabidos chaparrones que nos iba anunciando la estación siempre esperada del estío.

El verano hace su entrada oficial de acuerdo con las normas astronómicas que nos rigen. Y este año no cabe dudar que para todos será un verano distinto, encorsetado por las leyes y disposiciones que el Covid-19 nos tiene impuestas.

Unos meses muy cercanos a ese punto alto de la pandemia que sufrimos no hace muchos días y que hoy muchos olvidan de forma lamentable y peligrosa para todos.

Yo no me imagino una playa con normas de distancias, de baños, de horarios y de turnos. Eso es como ponerle puertas al campo. Pero, por el bien común, habrá que acostumbrase si queremos salir adelante de esta plaga que inauguró el año que vivimos.

Si fuéramos seres con sentido común, la cuestión no será del todo imposible, pero ya estamos viendo esos grupos incontrolados de reuniones, botellones, fiestas, donde la juventud, en su "divino tesoro" de la inconsciencia, se salta normas en las que nos va la vida.

Pero no lo olviden, el bicho sigue vivo y acecha. Sin duda un verano nuevo pero anormal en las directrices que a todos nos gustaría acatar.

Don Fernando, el de la rebequita como dice el maestro Antonio Burgos, sigue cada día hablando, dando consejos, cifras, y órdenes que en su forma de expresión oral yo no le entiendo. No me extraña, lleva tres meses en un tono de voz que ya debe estar ronco del todo y agotado. Pero ahí está en su pantallita de la tele, lo que no es malo porque al menos su presencia nos recuerda que la nueva normalidad sigue amenazada. Los ayuntamientos toman a su cargo la vigilancia de que se cumplan las normas establecidas y sin duda será esta una dura tarea conociendo la ignorancia y el desconocimiento de la gran masa de público que no quiere enterarse de nada.

Dejando el tema de las playas, punto y aparte será el de los espectáculos veraniegos al aire libre. De momento, Huelva se queda sin sus Fiestas Colombinas, paso triste pero lógico. No podemos exponernos a un contagio anunciado. Y con las Colombinas todos los demás eventos propios del estío que utilizan las noches veraniegas para distracción en vacaciones.

La música, la lectura, las discretas reuniones de familiares y amigos -guardando las distancias de los dos metros- en terrazas y jardines, serán el arma del que dispondremos para intentar pasar unos meses que esperábamos con ansiedad, después del confinamiento, y que se nos plantean con sus dudas pero también con esperanzas.

El pasado domingo, día 21, el planeta azul comenzó el vigésimo estío del siglo XXI. Que nos sea leve y podamos disfrutar cuanto podamos, dentro de un orden donde, no lo olvidemos, el coronavirus, sigue resistiéndose.

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