La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Vera efigie del Narciso monclovita

El avance de la docuserie de Sánchez tiene la virtud de ser un reflejo de lo que su estrella piensa de sí mismo

Putin es un personaje grotesco que gusta mostrarse en escenarios de ese lujo bárbaro tan propio de los rusos, ya sean zares, dictadores comunistas o autócratas, que siempre parece sacado de una opereta de Lubitsch con Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald. ¡Lo que les gusta a estas criaturas los salones inmensos con muchas lámparas, inmensos ventanales y cortinas brillibrilli, que recorren, tras pasar por inmensas puertas doradas, mientras los cortesanos, los camaradas o los plutócratas les aplauden! Pero en política lo ridículo del personaje no excluye su peligro. No es fácil encontrar tipos más grotescos que Mussolini con los brazos en jarras y el mentón elevado o Hitler escenificando las muecas y gestos previamente ensayados ante un espejo. Por eso lo de amenazar exhibiendo el Arma del Juicio Final seguramente sea un farol para sacar pecho ante los suyos y exhibir músculo atómico ante la OTAN que no tenga mayores consecuencias. O quizás sí. Todo parece sacado de una película de Tony Scott con música de Hans Zimmer o de una de McTiernan con Connery haciendo del capitán de un submarino atómico soviético. Pero resulta que es real.

El cine y los políticos… El tema da para mucho. Como anticipación intuitiva de futuros horrores desatados por ellos (De Caligari a Hitler se llama el estudio clásico de Kracauer), cosa que espero no ocurra con las películas antes citadas u otras, tan frecuentes en las últimas décadas, de carácter apocalíptico o post apocalíptico. O como hagiografía de líderes que tuvieron a su servicio a grandes y no tan grandes directores, ya fuera en vida o post mortem. Lenin -el que dijo "de todas las artes, el cine es para nosotros la más importante"- tuvo a Vertov, Hitler a Riefenstahl, Franco a Saénz de Heredia, Roosevelt -a través de fábulas New Deal- a Capra, Mussolini al Instituto Luce bajo el lema Il cinema è l' arma piu forte y Pedro Sánchez su docuserie provisionalmente titulada Las cuatro estaciones. Compréndanlo, estamos en tiempos de las Kardashian, Rocío, las Campos o la liga de los hombres extraordinarios. Y hay que estar al día. Supongo que ya han visto el avance. Tiene la virtud de ser un perfecto reflejo de lo que su estrella piensa de sí mismo y de su Gobierno. Algo entre el Camelot de la Casa Blanca en tiempos de los Kennedy y Downton Abbey. Ridículo, si. Pero vera efigie del Narciso de la Moncloa.

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