Terminaba yo el anterior Surcos Nuevos con una referencia al asesinato del periodista saudí Khashoggi, revestido de una crueldad inusitada y con la alevosía de quienes se consideran protegidos por poderes tan fuertes que les garantizan la impunidad. Se une a una larga lista de periodistas insobornables cuyas voces solo pudieron ser acalladas con la muerte y a los caídos en peligrosas misiones en alguno de los conflictos bélicos que proliferan en este planeta, provocados en muchos casos por la ambición que convierte en objeto de deseo a países cuyos recursos naturales causan su infortunio, en vez de convertirse en motor de desarrollo y bienestar para sus habitantes.

En España no se suele llegar a estos extremos trágicos, aunque los informadores también se ven afectados por batallas llenas de tensión, a las que no son ajenos los intereses económicos o políticos. Algunos, en estos casos, presentan un comportamiento modélico, proporcionando a los ciudadanos elementos de juicio válidos para formar una opinión solvente; otros, en cambio, se dejan doblegar por los grupos de presión. Surgen así fenómenos como el de la posverdad, que acaba de definir la RAE como la información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público; o más grave todavía, las fake news, propagadas preferentemente a través de la redes sociales, que persiguen deliberadamente la desinformación y el engaño.

En este panorama se producen de vez en cuando hechos reconfortantes. Acabamos de asistir en Huelva a uno de ellos: la concesión del Premio Ángel Serradilla, que otorga la Asociación de la Prensa de Huelva, a Manuel Ángel Vázquez Medel. Si me obligaran a exponer una crítica a su designación, esta sería sin duda que en el acto de la entrega en el coqueto salón del Centro de Recepción del Puerto quedó patente que el jurado no era imparcial, en el sentido de que estaba claramente predispuesto hacia el personaje al que ha distinguido. Pero esta crítica es en realidad el mejor elogio, puesto que Vázquez Medel es reconocido unánimemente como un maestro y no solo por los alumnos que consideran un privilegio haber escuchado sus lecciones, sino por los que se inspiran en sus actos. Recuérdese, por ejemplo, su dimisión como presidente del Consejo Audiovisual de Andalucía por razones que tienen que ver con la ética de la comunicación.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios