Antonio fernández jurado

¡Vaya personajes!

La ministra ha diseñado un modelo educativo pleno de resentimientos hacia la enseñanza concertada

Aunque ya con una edad, mantiene buen porte gracias a un buen surtido vestuario, seguramente en gran parte, de marcas acreditadas. Se suele presentar con aire de firmeza, conversación fácil, pero de escaso contenido y suficiente para encajar, sobre todo, entre los medios afines a sus mensajes orientados hacia un rotundo cambio del modelo de libertad de elección educativa, con fundamentos en el esfuerzo, la capacidad y el mérito, antes que por la igualación formativa a la baja. Su estilo personal, recuerda -ahora que acaban de celebrarse las elecciones USA y que todo apunta a que las ganará China- esa especie de neoprogresista ricachón que presume de izquierdoso para instalarse en el campo de la razón moral y la prosperidad. Desde la terraza de su mansión, con vistas diáfanas de la gran piscina donde celebra los lunches con la élite social, intelectual y política, mientras se cierran negocios opacos, se ejerce el nepotismo y salvamos al mundo del cambio climático, al tiempo que el portal de transparencia del Estado al que pertenece y del Gobierno en el que está integrado, permanece cerrado.

Entretanto, vemos como en la realidad, nuestro personaje que es, nada menos, ministra, ha diseñado un modelo educativo pleno de rencores y resentimientos hacia una de las facciones imprescindibles, además de absolutamente legales, tal cual es la enseñanza concertada y especial, al parecer alejada del adoctrinamiento sectario y opuesto a la vergonzante decisión de pase cursos sin la mínima demostración de unos determinados conocimientos. Eso sí, dado que se mueve nuestra política en el terreno del establishment al estilo de -volvamos a la ensoñación- de los demócratas hollywoodienses o de Washington, sus hijos, esos que "no les pertenecen a los padres", asistían a un colegio concertado, católico e integral, inspirado en los valores del Evangelio y, por entonces, segregado para niñas, lo que es evidente, no resulta accesible para todos. Eso en la lengua castellana, tiene un nombre que todos ustedes saben.

Ya que cito la lengua, el remate es la enmienda a la Ley Educativa resentida, "para eliminar la condición de lengua vehicular del castellano en toda España" y les dan igual los criterios constitucionales, los desacatos judiciales constantes continúan, la discriminación del alumnado se perpetúa y el futuro de la nación y muchas de sus generaciones se oscurece… pero no importa, ella y sus colegas, pertenecen a esa cohorte de progres adinerados que conforman ese club anónimo de globalizadores que va camino de dirigir el mundo.

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