Vivimos el principio del fin. La vacuna existe, es eficaz y ya está aquí. O está empezando a estarlo. Pero es también el momento más delicado. Por el cansancio de llevar diez meses en guardia de total o semirreclusión, distancia, mascarillas, hidrogeles y aforos que invita a la relajación. Y por la llegada de la vacuna, que también invita a la relajación. Los especialistas advierten de una tercera ola en enero y la nueva cepa circula por España (en Andalucía ya tenemos casos). La buena noticia del inicio de la vacunación puede convertirse en mala si anima esa relajación a la que el cansancio y la llegada de la vacuna invitan. Por lo que los últimos días de este funesto 2020 y los primeros meses de 2021 podrían describirse con el famoso inicio de Una historia de dos ciudades de Dickens: "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. La edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos".
Porque si la realidad de la vacuna abre la puerta a un tiempo mejor de triunfo de la sabiduría (en este caso la científica) y de creencia en ella, si ya hay realidades que aseguran la victoria de la luz de la normalidad sobre las tinieblas de la pandemia, si miramos la primavera y el verano como una esperanza, también la combinación de los comportamientos individuales irresponsables, las dudas de las autoridades para seguir insistiendo en medidas impopulares pero necesarias y el largo tiempo necesario para que la vacunación inmunice a la mayoría de la población pueden conducirnos a esa locura irresponsable, incredulidad negacionista y tinieblas de una tercera ola llevándonos a un invierno de desesperación.
En coincidencia con los más prestigiosos expertos el biólogo García Sastre del Mount Sinai de Nueva York ha dicho: "Si todo va bien, la gente se vacuna y no existen grandes problemas logísticos para administrar las vacunas, la mayor parte de los países europeos y Estados Unidos tendrán a finales de la primavera un número suficiente de gente vacunada para que los contagios sean menores a los que son ahora y se pueda hacer ahora una cierta vida normal". La normalidad real, en el mejor de los escenarios, no llegará hasta finales del verano. Es un tiempo de esperanza sin relajación.
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