Cuando la selección española logra un triunfo nos embarga la alegría, pero cuando en ese éxito andan por medio algunos de los nuestros, la alegría se dispara. El colosal triunfo de nuestros chavales veinteañeros sobre sus coetáneos alemanes respondió y hasta superó todas las expectativas abiertas tras aquellas exhibiciones ante Polonia y Francia, pero más aún que por el éxito de la cosa nos congratulamos por el papel de tres de los nuestros.

Tanto como el centro de Cardeñosa a Rubén Cano en Belgrado nos llenó de alegría el demarrage de Jesús Navas en la final del Mundial con Holanda, o el póquer de goles de Rincón la noche mágica con Malta por no extendernos con la cantidad de proezas de Rafa Gordillo a babor de los ataques de nuestra selección. O sea que la alegría se multiplica cuando algunos de los nuestros entran en el reparto de la gloria, lo que se repitió antier noche en el Friuli de Udine.

En primer lugar nos centramos en Fabián, ese futbolista sin techo que se crió en los pechos del Real Betis Balompié y que ha sido la sensación de la competición. Con sus latigazos teledirigidos, su constancia y su solidaridad en la resta, el palaciego fue premiado como mejor futbolista. MVP del torneo, como ya lo fue Ceballos siendo aún jugador del Betis hace dos años en Polonia. Y junto a ellos, un estilete por la Zona Gordillo que también lleva camino de suceso, Júnior Firpo.

Fue una noche llena de magia en la que nuestro combinado repitió y hasta aumentó los recitales anteriores para dar la sensación de que el futuro está asegurado. Y en plena resaca del éxtasis que supone un triunfo como ese, la alegría multiplicada por el papel desarrollado por tres de los nuestros. Sólo Júnior queda en el Betis y la tarea ahora que debe priorizar la dirección del club es que talentos como esos no se vayan tan pronto a fin de que el bético los disfrute un poco más.