El pasado 18 de noviembre una jueza ha ordenado la disolución de UPyD, el partido fundado por Rosa Díaz que según sus siglas, buscaba lo que cualquier país desea en su funcionamiento interno, que no es otra cosa que Unión, Progreso y Democracia.

Resulta curioso que precisamente el año que se solicita la disolución del partido con estas siglas, sea el mismo año que se caracteriza precisamente por la falta de unión, tanto entre de los dos bloques de izquierda y derecha, como dentro de los partidos que componen el panorama político español, así como el año de mayor retroceso económico y social que se ha producido en décadas, provocado por la pandemia, lo que se traduce en que no hay progreso y también el año en que más se han acusado mutuamente los distintos partidos de falta de democracia. Con este panorama, opciones políticas minoritarias han aprovechado para imponer determinados postulados aprovechando resquicios del sistema democrático español.

En definitiva parece que lo que la jueza hubiera solicitado no es la disolución de un partido político sino de los valores que como sociedad hemos estado persiguiendo durante los últimos cuarenta y cinco años así como el modelo de Estado que hemos conocido en este periodo de tiempo.

Esto se produce en una sociedad que empieza a dar síntomas de una grave enfermedad que debemos tratar de manera inmediata, como es la polarización de las ideologías en dos bandos uno amigo y otro enemigo, en realidad lo único que parece priorizarse hoy en día es la imposición de las ideas propias al precio que sea. El peligro de esta enfermedad radica en que como el maldito virus que nos acecha, todos parecen contagiarse e investirse de razones que imponer a los que no piensen igual a costa de lo que sea

La sociedad española vuelve a ser una sociedad dividida en donde estar en un grupo te convierte en enemigo del otro o así nos lo están haciendo creer.

El concepto de España divaga en un permanente enfrentamiento que no nos lleva a ningún lugar común y nos encontramos, sin entrar a valorar que opción es mejor, con posturas frentistas irreconciliables, como la España constitucionalista frente a la de los independentistas, la enseñanza publica frente a la concertada/privada, fronteras abiertas a todo inmigrante frente a control rígido de la inmigración, fomento de la inversión o fomento del gasto social, control publico de la información frente a libertad de opinión sin límite y así en la mayoría de los asuntos que nos afectan a todos. Este año desaparece UPyD, esperemos que solo sea un partido y unas siglas y no la consolidación de lo opuesto, la desunión entre españoles, el retroceso económico y social y la falta de democracia, la tarea no es fácil y en esta guerra no habría bando ganador y solo uno perdedor, el estado de bienestar que hemos disfrutado los españoles durante décadas, por supuesto con sus virtudes y sus fallos, pero no encontraran en la historia de España otro periodo de tanta prosperidad económica y de avance en derechos sociales como la que hemos conocido en los últimos cuarenta años. No parece que nos haya ido tan mal, por qué entonces esa obsesión de romper con todo.

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