Tratamientos desiguales

Ante los mismos hechos se utilizan diferentes varas de medir para el PSOE que para otros partidos

Todos los partidos terminan cometiendo errores, manteniendo peleas internas, diciendo una cosa y luego haciendo otras, mintiendo a sabiendas, teniendo manejos, alimentando clientelismos, padeciendo corruptelas de algunos de sus miembros y, así, un largo etcétera. Con eso no se quiere afirmar que sea siempre o que lo realicen todos los de la organización o sus simpatizantes -esto es, los que aunque no tienen el carnet se identifican por completo con las siglas y colaboran o trabajan para ellas-. También habría que aclarar que, en general, esto es aplicable básicamente a los partidos que ya tienen un cierto recorrido temporal porque, lógicamente, los nuevos suelen estar inmaculados; no obstante, todo es cuestión de esperar para que ver cómo estos últimos pierden su limpidez. Es evidente que nada es perfecto, por lo que lo que cobra especial importancia son las decisiones y actuaciones de sus órganos competentes cuando se descubren y se comprueban chanchullos de cualquier catadura moral o comportamientos inadecuados. Pues bien, si se acepta que ninguno está libre de que en su seno sucedan cosas como las descritas, resulta un hecho anómalo el que con unos y con otros se utilicen diferentes varas de medir a la hora de enjuiciar hechos ocurridos; que se tenga más facilidad para perdonar tropelías, desafueros o sinvergonzonerías según cual sea el líder o partido y, no digamos, que se olvide con más rapidez los actos o acontecimientos perjudiciales de unos frente a los de los otros, a los que siempre se les recordará cuando se pueda sus equivocaciones, faltas a la verdad y todo lo malo que hicieron. En definitiva, que los hay que salen mejor parados que el resto y es obvio que quien destaca entre los primeros es el PSOE, porque si no fuera así, cómo se explica lo poco que les repercuten todas las cuestiones negativas que le han acontecido -como en las recientes elecciones en las que, aunque ha descendido, continúa obteniendo el mayor número de votos- y, como colofón, cómo se justifica que su secretario general, Pedro Sánchez, no tenga su imagen política totalmente deteriorada, después de sus permanentes cambios de postura, de ocultamientos, falsedades y de hipocresía. Quizás sea por el citado clientelismo pero, también, por la creciente escasez de pensamiento crítico, fruto de una época en la que cada vez se atiende más a la simplicidad, se da credibilidad a eslóganes manipuladores y se prefiere actuar más por impulsos emocionales que por los juicios de la razón.

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