crónica personal

Pilar Cernuda

Toulouse no está en España

LA Policía francesa ha asaltado la vivienda en la que se había hecho fuerte Mohamed Merah tras más de treinta horas de asedio, y abatió a tiros al terrorista que intentaba saltar por una ventana mientras disparaba contra los que intentaban detenerlo. En su intento de huida hirió a tres miembros de las fuerzas especiales francesas, un hecho irrelevante para un hombre que en los últimos quince días ha a asesinado a sangre fría a tres militares, tres niños y un adulto, y deploraba no haber matado a más al verse cercado.

Francia ha vivido conmocionada la sucesión de asesinatos de Merah y la operación para tratar de detenerlo. Y esa Francia conmocionada ha aplaudido a los gendarmes que han entrado armados hasta los dientes, y con explosivos, en el domicilio en el que Merah se había hecho fuerte.

También desde España se ha seguido con atención lo que ocurría en Toulouse, transmitido casi en directo por distintas televisiones. Sin embargo, en esta España nuestra con toda seguridad se habría provocado un agrio debate político y social ante el resultado de la operación. ¿Se dieron todas las garantías al asesino, se le dio alguna posibilidad de conservar la vida, se puede asaltar una vivienda pegando tiros y echando abajo las puertas con explosivos, ha aplicado la policía la pena de muerte cuando en España está prohibida la pena de muerte?

Somos así, la experiencia, y la historia, demuestran que reaccionamos de una forma absolutamente irracional cuando no hay más salida que la fuerza para resolver una situación límite. Estamos más pendientes de que se preserven los derechos de los delincuentes que de impedir que se cobren nuevas víctimas; damos más protagonismo a los familiares destrozados de los asesinos que a los familiares aún más destrozados de aquellos a los que han roto la vida. Hay excepciones, afortunadamente, pero este país suele poner en duda las operaciones contra grandes asesinos, contra grandes terroristas. No hay que remontarse muy atrás para demostrarlo, sin ir más lejos en España se produjo un debate no menor cuando hace unos meses cayó abatido Ben Laden, tras años de persecución y en una espectacular operación ordenada por Obama.

La vida hay que defenderla con uñas y dientes, la pena de muerte es una aberración aunque todavía la apliquen sin complejo países plenamente democráticos. Pero defender la vida no significa ser tibios ante los asesinos, ante los terroristas, ante los villanos. A Merah no le tembló la mano cuando apuntó contra los críos que salían del colegio, o contra los tres militares a los que asesinó a sangre fría. Estamos ante un terrorista entrenado para matar, fanatizado, bien armado, bien preparado, que no se pone barreras; un terrorista islamista de la peor especie, que como por desgracia sabemos en España, no pestañean a la hora de cometer un atentado brutal, no dudan a la hora de matar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios