Visiones desde el Sur

Totalitarismos

De nuevo han llegado a calar, están empapando a buena parte de la ciduadanía los totalitarismos

Pienso que nadie pondrá en duda, que, de las cuestiones más importantes que cualquier gobierno del mundo debería preservar, se encuentran la integridad, la salud y la vida de las personas que residen en cualquiera de los reductos que hemos dado en llamar países, naciones, patrias o estados, no importa, porque vienen a definir lo mismo, por mucho que algunos se empeñen, por cuestiones políticas las más de las veces fanáticas, en demostrar lo contrario; o sea, que entre esos epítetos hay diferencias sustanciales, y no es cierto, no.

Al final, hablamos de un conjunto de personas que residen en un lugar determinado, a quienes le acompañan una historia común, unas tradiciones, una cultura, una lengua o varias en su caso, y una forma de entender, ver y observar a la otredad. Todo lo demás, son papanatas de avezados grupúsculos que intentan sacar tajada dividiendo al conjunto, con soflamas que tienen mayor o menor grado de penetración en el tejido social, y que, a veces, generan grandes trastornos, hasta el punto de llevar a sus países a guerras fratricidas, con las consecuencias que pueden otearse en la historia de muchos lugares, incluido el nuestro -no tan lejano en el tiempo para los que ya tenemos una edad, o para aquellos que hayan leído lo mínimo imprescindible para ocuparse de la tal circunstancia-.

Después de la integridad, la salud y la vida, como decíamos, podemos encadenar una ristra de derechos inherentes a la condición humana, que han de ser garantizados por los gobiernos, respecto a su deber con la ciudadanía a la que representan, al menos en los países democráticos, en los que no me voy a entretener, porque están ampliamente recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero, como ocurrió a comienzos del pasado siglo XX, que, como sabemos, dejó un reguero de conflictos bélicos hasta casi mediados del mismo, y en los que se impusieron las tesis de los pensamientos únicos, o la exclusión del uso de la palabra para resolver las diferencias, dejando sitio para la fuerza de las armas, la instrumentalización del odio y la imposición de fanatismos de toda índole… ha llegado el momento de preocuparse de nuevo. Sin ser pesimista, aunque no deseemos enterarnos, hemos comenzado esta centuria con un clima de inestabilidad que no lleva buen camino. Ni mucho menos. De nuevo han llegado a calar, están empapando a buena parte de la ciudadanía, la irracionalidad de los totalitarismos. Veremos.

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