El habla es la mejor argamasa para el desarrollo de una cultura autóctona y popular. Nos une, nos hace sentirnos parte de una entidad común y nos aporta esa singularidad que nos convierte en pueblo, nacionalismo o como quiera que deseen llamarlo.

El andaluz es tan rico, tan diverso y tan diferente que, no sólo multiplica ese sentimiento de unicidad sino que añade un toque señero. Por todo ello resulta tan inexplicable que haya sido tan desacreditado a lo largo de la historia en el resto de España. Por eso indigna tanto que las criadas, los graciosos, los chapuzas o los timadores callejeros, que han aparecido en las películas, años y años, siempre hayan sido personajes andaluces. Por eso subleva el que haya andaluces que, acomplejados por su manera de hablar el español, descarten su acento y renuncien al mismo, en cuanto atraviesan Despeñaperros. Por eso, roza el ridículo ese castellano forzado y antinatural que emplean determinados famosos andaluces cuando no están en el sur. Y por eso, choca tanto que el camarero de turno se ría, como si contases un chiste, cuando le pides una cerveza en muchas ciudades de España.

En este contexto, no puedo compartir el enojo que se está manifestando en muchas ciudades andaluzas por el hecho de que la Junta de Cofradías salmantina haya prohibido expresamente que los capataces guíen a sus pasos en la Semana Santa utilizando expresiones andaluzas. La Semana Santa andaluza dispone de un vocabulario único y propio que se ha ido construyendo a través de las arengas y disposiciones que el capataz del paso en cuestión, dirige a su cuadrilla. Se trata de expresiones espontáneas, más sentidas que medidas, que encierran todo un discurso argumental. Los costaleros solamente precisan oír "to's por iguá" para saber qué postura adoptar y en qué momento cambiarla. Con un "al cielo con ella" se emprende un movimiento acompasado y uniforme que no necesita más explicaciones.

Que no, que el hecho de tomar prestadas nuestras expresiones debe interpretarse más como un homenaje. Pero el uso de expresiones entre costaleros como el "Ahí queó" o la igualá, la levantá o la chicotá brotan más del corazón que de la cabeza. Y en su auténtico significado aparecen pronunciadas así, porque forma parte de nuestro acervo cultural. Lo que resultaría una auténtica pantomima y una ridiculez es el oír a un salmantino, con ese castellanísimo acento, gritando "To's por iguá". Este debate no merece nuestra atención.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios