L style="text-transform:uppercase">a tertulia es uno de los grupos sociales humanos más antiguos. El hombre tiene que relacionarse con el medio en que vive, contar sus cuitas, aprender de los demás, en una palabra convivir con sus semejantes en ese intercambio de palabras ideas y sentimientos.

Hoy día, las tertulias se han desbordado con la televisión. Grupos de opinión comentan, hablan, discuten de lo que sea y el espectador, al que han metido en su casa una serie de personajes conocidos o extraños, se traga cuanto dicen, sin poder replicar a nada, que es la base del código tertuliano de antaño. Admiro aquellas tertulias enjundiosas que existían en el siglo XIX y XX, donde a todos los niveles las ciencias, las artes, las letras, daban opciones a las costumbres populares, la historia local, los toros, el cine, los chistes, los célebres bizcochos onubenses. Hoy, como terminaban sus charlas Tip y Coll: "¡Hablemos del Gobierno!", es decir política hasta en la sopa.

Hace unos días, ese gran escritor y periodista onubense que es José Antonio Gómez Marín, nos deleitaba en un precioso artículo sobre aquella tertulias madrileñas a las que él asistía, donde se respiraba saber. Yo, modestamente, recuerdo aquellas tertulias gaditanas de los años 50 -¡cómo pasa el tiempo!- en las que tanto participé con José María Pemán, Augusto Conte, Ramón Solís, Mari Paz Pasamar, José Manuel García Gómez, Miguel Martínez del Cerro, Rafael Parodi, Benito Cuesta, Donato Millán, Fernando Muñoz, Burman, A. Gessa, José A. Anes, Benito Cuesta, Eduardo Gener, Emilio de la Cruz, Evaristo Cantero, Joaquín Piserra y tanto otros. ¡Qué tertulias llenas de contenido, de interés, de poesía! Ya sólo son recuerdos, pero recuerdos que impregnaron de imaginación, revistas, periódicos, obras de teatro, artículos, dejando una impronta eterna de unos amigos que elegían lugares populares, gaditanos para dar riendas suelta a pensamientos llenos de belleza y valor. ¡Cuántos libros y grandes obras nacieron en aquellas reuniones que iban forjando saber y amistad!

Las Tertulias (con mayúsculas) eran y serán esos reductos valiosos, distraídos, casi desconocidos para muchos, pero que como la buena tierra recoge el sentir de algo eterno que ennoblece al espíritu.

Aquellas tertulias, ya hitos para la historia, terminaban con frases llenas de esperanza en la libertad de criterios, en el progreso social, en los deseos de prosperidad con paz y entendimiento. Hoy, lo saben y ven ustedes, las frases finales culminando dos ó tres horas de pasión inservibles son: "Real Madrid 3-Barcelona 1". Y todos tan contentos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios