Vivimos días de incertidumbre en Andalucía, no tanto por el resultado del 2-D sino por el desarrollo posterior de los acontecimientos puesto que las esperanzas de cambio nos están revelando algunos elementos de excesivo tacticismo por parte de todos los partidos con representación parlamentaria. Tácticas que van desde la pretensión de candidez perpetua de Cs, como si no hubieran existido en la anterior legislatura sus actitudes colaboracionistas, hasta pretender el aislamiento absoluto del grupo político gracias al cual van a obtener, con alta probabilidad, la Vicepresidencia del nuevo Gobierno. Como, también, la vuelta de tuerca mediática de Vox para que los negociadores se den cuenta de que existen y con un papel decisivo para el posible cambio, aun a costa de ser más demonizado, todavía, por la opinión publicada que es, ciertamente, diferente de lo que conocemos como opinión pública además de "respirar por la herida". Pregúntele si no a su líder andaluz, señor Serrano. Y qué decir del discurso absolutamente ecléctico del PP que nada y guarda la ropa para que no haya ruptura. Cs ya ha tenido un primer premio, pero no termina de tomar la iniciativa en una negociación que debería liderar de manera clara. Adelante Andalucía bastante tiene con el error, táctico también, de no tener presencia en la Mesa. Yo aprendí, precisamente de Santiago Carrillo, que "siempre mejor equivocado dentro que con la verdad fuera". Así que decisión incomprensible.

Por fin, los "señoritos", hasta hoy en nuestra tierra, que están demostrando no aceptar correctamente la derrota en una competencia libre y democrática. A ello debemos añadir que podríamos distinguir tres tipos de socialistas andaluces: sanchistas, con encargo de liquidación del susanismo, este grupo en claro declive y con una clara diáspora de elementos, por último, el militante sincero, con arraigo ideológico y, posiblemente, máxima víctima de los "señoritos" del partido y su prepotencia.

Es por ello que en estos días de expresión de buenos deseos me permito pedir para ellos varios presentes, previa advertencia a los teóricos nuevos gobernantes, como aviso a navegantes: tendrán dificultades para mantener la paz social -los "señoritos, ya sabemos cómo lo hicieron - la oposición se la harán- ha sido anunciada- desde la Moncloa. A lo que iba, les pediré coherencia, no vale reclamar el valor de lista más votada y hablar de "pacto de la vergüenza", cuando soy víctima y no verdugo, citemos a Arenas, en su día, Aguirre en Madrid, llegando al clímax con el señor de la Moncloa. Transparencia, como principio de máxima expresión democrática. No puede aludirse a los "secretos de Estado" sobre actuaciones no clarificadas para terminar justificando 283 euros, pero no revelando las conversaciones con Torra. Por último, aunque podríamos seguir, menos ensoñaciones y guiños a la galería para aparcar las dificultades.

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