La esquina

José Aguilar / Jaguilar@grupojoly.com

Tabernas del odio

PERDONEN que me autocite tan pronto. "Con esta gente hay que hilar muy fino porque son expertos en el uso torticero de la Justicia y sus garantías", escribí ayer en referencia al cuidado con que se debe combatir jurídicamente a las diversas Batasunas especialistas en conculcar la ley aprovechando sus propios recovecos y las garantías que concede el Estado de Derecho incluso a quienes lo liquidarían si pudieran.

Y perdonen también que vuelva a referirme a esos individuos que no merecerían un segundo de dedicación... si el País Vasco fuera un territorio de normalidad. Pero es que aquí manda la ac- tualidad, y la actualidad ha traído la decisión del Tribunal Supremo de no decretar el embargo de las herriko tabernas, auspiciado por el magistrado Baltasar Garzón en el marco del proceso para la ilegalización de Batasuna. ¿Qué son las herriko tabernas? Pues las tabernas abertzales: unas tascas llenas de banderas, retratos de etarras muertos o presos y simbología ultranacionalista, en las que da miedo entrar por cómo te miran los parroquianos (incluso sin haberte aún oído hablar en castellano, les basta con tu estética). Toda Euskadi está llena de estas tabernas de vino, pinchos y odio. Son más de un centenar.

Hace poco más de un año el Tribunal Supremo ordenó a las Fuerzas de Seguridad del Estado que entrasen en estos locales para inventariar sus bienes y fondos. Su argumento fue que, según la Agencia Tributaria, aunque la propiedad formal de las tabernas la ostentan asociaciones culturales y sociedades mercantiles, material y efectivamente pertenecen a Batasuna. Esto era más bien de cajón. Le deberemos siempre a Garzón el levantamiento del velo sobre las diversas herramientas de que se sirve ETA para trabajar por sus objetivos: brazo político, sindical, internacional, propaganda... También en el sector de hostelería y ocio, según se ve.

Pero no es lo mismo querer que poder. El Supremo no ha podido transformar los indicios en pruebas, o sea, acreditar que las herriko tabernas están controladas por Batasuna y, por tanto, por ETA. Todo el mundo lo sabe allí: son los lugares de reunión, diversión, adoctrinamiento y propaganda de los simpatizantes de Batasuna. Sin embargo, por impericia, falta de documentación o dificultad objetiva de hacerlo, no se ha demostrado que los propietarios formales de las herriko tabernas sólo son testaferros de Batasuna, sometidos a su disciplina y obedientes a sus directrices. De modo que no ha lugar a su embargo. Es una mala noticia, pero así funciona este sistema nuestro en el que se presume la inocencia de todas las personas hasta que no se demuestre lo contrario. Y así debe seguir siendo por el bien de todos.

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