¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Subida masiva de impuestos

Con mejor o peor cara, a los españoles nos toca pechar, pero también es hora de exigir al Gobierno más control del gasto

Al igual que Diógenes el Cínico recorría las calles de la polis proclamando a los siete vientos que "buscaba un hombre", Pablo Casado va a tener que echarse a los caminos de España para intentar encontrar un economista que afirme que será innecesario subir los impuestos en los próximos tiempos. El PP se opondrá a tan odiosa medida porque le sale gratis: está en la oposición y, además, es lo que todo el mundo espera de un partido de centroderecha. Lo contrario sería absurdo. Sólo la izquierda podemita comete la ridiculez de la glorificación de los tributos. Para ella la política fiscal no es una herramienta racional de administración e igualdad, sino un arma vengativa y justiciera contra los ricos. Por lo tanto, desengáñense, las trompetas del juicio ya están sonando y va a haber Subida Masiva de Impuestos: IVA, Sociedades, Patrimonio IRPF, etcétera. Sabemos que duele, pero es la realidad. De hecho, hasta los más encendidos apóstoles del laissez faire, laissez passer han asumido que del atolladero económico en el que ya se encuentra el país sólo se puede salir a base de puñaladas tributarias. Los que vienen serán buenos tiempos para los lechuzos, nombre por el que se conocía en algunos clubs oligárquicos a los inspectores de Hacienda, que por supuesto tenían vedada la entrada en sus nobles salones. Un caballero debe hablar con libertad de cómo engañar al fisco mientras toma su copa de Obispo Gascón, faltaría más.

Con mejor o peor cara, a los españoles nos toca pechar. De eso no nos libra nadie. Pero también es el momento de extremar el control y la exigencia sobre el gasto público. Ahora más que nunca habrá que colgar en los balcones el "No con mis impuestos", exigir al Gobierno austeridad trapense, no calvinista, y sentido del ridículo para que se dejen de destinar fondos públicos a cosas completamente innecesarias, cuando no nocivas para la inteligencia. ¿Nos cargamos algunos ministerios inútiles? ¿Probamos a retirar las subvenciones a ese entramado de asociaciones que lo mismo pide la castración de los machos que se dedica a la glorificación de los terroristas? ¿Y si dejamos de mantener en los medios oficiales a tanto periodista afín a los gobiernos autónomos, empezando por Andalucía? Son tantas las posibilidades…

Hablando de Diógenes, una de las muchas versiones de su muerte es que se debió a la ingesta de un pulpo vivo. Pues eso es lo que lleva haciendo el Estado desde hace demasiado tiempo, zampándose un octópodo tras otro en forma de fantasías presupuestarias.

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