Soso, serio y formal

En otros tiempos menos turbulentos, diríamos que Ángel Gabilondo es un buen candidato a presidir cualquier cosa

No me imagino al candidato socialista a la Comunidad de Madrid, el profesor Gabilondo, asistiendo entusiasmado a un concierto de Loquillo entre un mar de chupas de cuero embravecidas, por lo que supongo que al buen hombre le habrá costado entender el lema de campaña que le ha colocado cualquier gurú del marketing electoral de los que hoy dominan la política recordando el conocido tema del rockero barcelonés, poco afecto al izquierdismo de salón tan propio del gremio, por cierto. Pero algo hay que vender, y como tampoco han encontrado nada mejor sobre la marcha que enfrentar al envite descarado de la Ayuso, no les ha quedado más remedio que destacar sobre el fondo gris la faceta más comedida del candidato, en contraste con el tono excesivo de sus contrarios.

En otros tiempos menos turbulentos, diríamos que Ángel Gabilondo es un buen candidato a presidir cualquier cosa, desde una comunidad autónoma hasta una comunidad de vecinos. Hombre prudente y educado, catedrático, tiene experiencia de gobierno (fue ministro de Educación) y lleva ya cierto tiempo en política, sin que se le conozcan enemigos declarados. Sin embargo, todo esto pasa a un segundo plano si se analiza la situación desde la perspectiva de la dialéctica de bloques hasta la que nos ha llevado la extrema polarización de la sociedad española: Gabilondo no representa en realidad ninguna respuesta sosegada a la derecha ultramontana como nos quieren vender desde los satélites del PSOE, sino más bien la parte amable de esa izquierda montaraz que asoma por detrás en las expresiones poco amigables de Iglesias y compañía.

Y no deja de ser una pena que personas sensatas poco dadas a la argumentación excesiva y a la elevación del odio hacia el adversario como bandera pinten tan poco en la política de hoy, lanzados casi sin quererlo a una guerra en la que, nadando a contracorriente, no encuentran su sitio. Y pienso en Martínez Almeida, y en Juanma Moreno, y en Chimo Puig, y en tantos otros que, desde diferentes sensibilidades e incluso opciones políticas, tienen muchos más puntos en común que en contra. ¿Alguien de verdad piensa que la libertad iba a estar en entredicho con una persona del talante de Gabilondo gobernando con plenos poderes? Otra cosa, claro, es que tenga que hacerlo, a su pesar, de la mano de Iglesias y la pandilla. Que no otro es el verdadero inconveniente de su candidatura.

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