Soñar ciudad

La opción de un urbanismo y una movilidad valiente y rompedora sería peatonalizar la avenida Andalucía

Las ciudades del futuro serán peatonales o no serán. Serán verdes o no serán. Accesibles o no serán. Eso queda claro cuando vemos los tímidos avances hacia la peatonalización y los modelos amables de ciudad que se van haciendo por ahí: no tienen vuelta atrás. Por muy duras que fueran las reticencias, una vez se implantan las zonas verdes, los carriles de movilidad alternativa, la prioridad del peatón sobre el resto de desplazamientos, una vez hecho esto nadie da marcha atrás. Sin irnos muy lejos: nadie concibe volver a meter tráfico rodado por la Plaza de las Monjas de Huelva, o por los aledaños de la Catedral en Sevilla.

Así que sólo queda decidir si vamos a adoptar un urbanismo y una movilidad a rebufo de lo que se vaya imponiendo alrededor, o si, por el contrario queremos ser innovadores y valientes a la hora de diseñar nuestras ciudades y pueblos. Lo primero posiblemente tenga menos costes para los políticos de turno y menos agitación social. Lo segundo nos proporcionará unos beneficios en salud y bienestar que se medirán en el medio y largo plazo. Lo primero es lo que hacemos en Huelva cuando ponemos carriles bici a cuentagotas, cuando peatonalizamos calle a calle, cuando seguimos permitiendo emisiones de CO2 sin apenas limitación.

Lo segundo, la opción de un urbanismo y una movilidad valiente y rompedora sería peatonalizar la Avenida Andalucía (habló de Huelva ciudad, pero posiblemente en cada localidad haya una calle significativa que merezca ser del peatón) en su totalidad, promover un tranvía que cruzara la ciudad, diseñar aparcamientos disuasorios en el extrarradio, completar la peatonalización del centro y comenzar la peatonalización de los barrios, hacer de una vez un trazado completo de carriles multimodales que permitan una movilidad real (y segura) a patinetes y bicicletas, y, sobre todo, habilitar las calles para estar, llenarla de árboles y bancos, de zonas para hacer deporte, de espacios amables que inviten a ser habitados. Con esta misma lógica habría que dejar el puente sifón hacia la costa exclusivamente para deportistas, paseantes, ciclistas, pescadores… Su uso lo está pidiendo a gritos desde hace tiempo: los coches sobran, ya tienen su puente.

En definitiva: arriesgarse a rediseñar y construir una ciudad, una provincia, que responda a los grandes retos que tenemos por delante, a los cacareados ODS, a las recomendaciones que se hacen permanentemente desde las organizaciones internacionales. Arriesgarse. Soñar.

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