Solamente libros

Para cualquier ciudad es importante contar con librerías de entidad como expresión de cultura

Es que aquí solamente hay libros". Ya conté antes esta anécdota. Pero procede recordarla por lo que viene a continuación. Una señora fue a descambiar un libro de texto y quien la atendió le hizo saber que le daría un vale en lugar de devolverle el dinero. Le sentó mal la propuesta y fundamentó su descontento en la frase que está al inicio. Por cierto, para la librería utilizaba la palabra tienda. Quedaba claro que nunca sentía la necesidad de comprar un libro. Al respecto y para no despertar suspicacias pseudoizquierdistas les aseguro que su imagen no mostraba signos de pobreza y, no digamos, su argumentario. Comento lo anterior porque pertenezco al grupo de personas para los que una librería bien montada, en la que se puedan hallar obras que satisfagan el deseo de formación, de ilustración, de encontrarse a sí mismo o a los demás a través de autores muy diversos, o hasta de divertirse sin recurrir a zafiedades, es una joya o, permítanme la comparación, es como una tienda de alimentación, en este caso, no para nuestra parte orgánica sino para nuestro psiquismo o nuestra mente. En Huelva, durante muchos años, hemos tenido, y aún está ahí, una librería de referencia, Saltés, regentada por Miguel Ángel Rubira -quien tristemente ya no nos acompaña- y Pilar Soler-Espiauba. Ellos han mantenido este proyecto y esta realidad a base de esfuerzo, de entusiasmo y por estar enamorados de la cultura. Ambos han contado con el bien hacer de Álvaro y de Luisa. Si antes decía hemos tenido es porque Pilar ha puesto el cartel En venta por jubilación. Personalmente, la entendemos. Es totalmente comprensible, todos vamos cumpliendo años y ciclos, y el suyo como responsable de esa empresa está dando a su fin. Por ello, los que somos amantes de estos establecimientos con solera y calidad anhelamos que aquel o aquellos que adquieran este local continúen con lo que hasta el momento se ha dedicado, los libros, aunque, como es lógico, pongan su sello, con la esperanza de que vayan más allá de los típicos superventas y se conserve esa línea de librería con entidad. Y todo esto lo manifiesto no solo en base a una inclinación personal sino porque para cualquier ciudad es importante esta clase de tiendas -en terminología de la señora referenciada- como expresión de una tradición cultural, de un refugio del saber y como lugares donde se pueda obtener ese conjunto de hojas de papel encuadernadas que nos proporciona el maravilloso placer de una buena lectura. Que así sea.

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