La esquina

josé / aguilar

Sindicatos en decadencia

LOS sindicatos llamados de clase (de clase trabajadora, se entiende) no han tenido unos resultados lo que se dice brillantes en las elecciones sindicales celebradas días atrás en la Administración autonómica. Todo lo contrario que los sindicatos llamados amarillos, organizaciones profesionales de carácter sectorial, que han triunfado en toda regla.

Eso ha ocurrido en los colectivos más numerosos de trabajadores dependientes de la Junta de Andalucía. En la sanidad, por ejemplo, la mayor representación fue para Satse, CSIF y Faspi, quedando CCOO en cuarto lugar y UGT en quinto, con porcentajes del 14,7% y del 12,6%, respectivamente. En la enseñanza, las dos centrales globalmente mayoritarias también perdieron representantes, quedando relegadas al tercer y cuarto puesto.

Esta caída tiene que ver, según lo veo yo, con el desprestigio de los dos sindicatos tradicionales a causa de los escándalos de corrupción protagonizados por ambos (ERE, cursos de formación, facturas falsas, políticas de empleo). No es sólo por su directa inculpación en los casos penalmente abiertos -sobre todo, UGT, que tiene imputados a sus dos secretarios generales anteriores a la actual-, sino por su consideración como organizaciones instaladas en el sistema institucional vigente, beneficiarias de la concertación impulsada por los gobiernos andaluces y, en definitiva, integradas en el establishment objeto de la contestación popular.

También se han visto perjudicados por el estado de cabreo generalizado de los funcionarios y empleados del sector público, que en los últimos años se han sentido auténticos paganos de la austeridad y los recortes (congelación salarial, pagas extra) y no han percibido que CCOO y UGT hayan planteado con contundencia sus reivindicaciones ante la Junta. Al contrario, creen que las dos centrales han actuado como apéndices del poder político, que las ha compensado con una financiación abundante y descontrolada.

Tampoco hay que perder de vista el problema general que padece el sindicalismo de falta de modernización y adaptación a los cambios habidos en el sistema productivo, el mundo laboral, la composición social de la clase trabajadora y la sociedad misma. Sus instrumentos de lucha apenas han variado desde el siglo XX -y algunos, desde el XIX-, mientras que la vida de sus teóricos representados ha dado un giro radical. No valen para hoy ni para mañana.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios