'Sic transit'

Así pasa la gloria del mundo, en tirolina o tirándose en paracaídas, habrá pensado Boris Johnson, lector de los clásicos

Por corporativismo cultureta, he sido partidario de Boris Johnson, aunque sin fanatismos. Recitar La Iliada¡en griego! cubre multitud de pecados. También era un conservador que rompía esquemas, que es un cocktail (con perdón) chispeante. Ese punto de histrionismo tenía su sesgo griego igualmente: recordaba a Aristófanes. O sea, que muy gracioso y, sobre todo, que, como no era mi presidente, pues tira millas.

Ahora tampoco voy a montar un drama por su dimisión. Así son las cosas. Más tiempo para La Ilíada. Le gustaba lanzarse en paracaídas y en tirolina y su carrera política ha tenido algo de descenso vertiginoso. Vale.

Confieso, además, un ligero regusto de justicia poética en el espíritu -las armas y las letras- de Blas de Lezo. Tuve la fortuna de pasar casi dos semanas en Inglaterra cuando el Brexit estaba en ciernes. Vivía entre furibundos brexiters. Como con Boris, yo no sufría una gran implicación personal en el asunto, pero sí una vaga simpatía. La espantada de los ingleses me interesaba como proceso político y me convenía como toque de atención a una Unión Europea de la que yo no quería que España se fuese, pero sí que tomase nota. Que fuese más respetuosa con las soberanías de los Estados miembros. El Brexit podría significar que los ingleses quemasen sus propias barbas y que los burócratas de la Unión Europea oliesen a chamusquina, y dejasen de remojar tanto las nuestras.

Para eso no ha servido; pero yo entonces no lo sabía. De lo que sí me enteré fue del aspecto más cateto y nacionalista de los brexiters. Estaban absolutamente convencidos de que la culpa de todos los males de Inglaterra era de los europeos continentales. Lo de la emigración, por ejemplo, clamaba al cielo. Ni la pakistaní ni la caribeña, que eran mayoritarias, tenían nada que ver con la Unión Europea. Eran pura Commonwealth, que es lo suyo. Pero ellos dale que te pego con la UE.

Cuando ganó la salida me dije: ¿a ver a quién le van a echar estos tíos ahora la culpa de todo? La caída de Johnson quizá les sirva para comprender que Europa tiene sus fallos (vaya si los tiene) pero no en exclusiva. Que si querían irse, bien, vale, adiós; pero no entrarían de lleno en una Merry England de cuento. Se llevarían con ellos sus propios problemas, porque la vida es así, y todos arrastramos nuestra sombra, incluso en la nublada Inglaterra. La salida del puro brexiter Boris Johnson es un problema 100% inglés.

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