VIENDO el debate electoral en Canal Sur entre los dos candidatos y el ausente Arenas, uno se pregunta qué futuro le espera a Andalucía. Ya sabemos que Arenas se negó a acudir al debate alegando que la parcialidad de nuestro canal autonómico es equivalente a la de la televisión de Corea del Norte -o Canal 9 y Telemadrid, que tampoco hay que irse tan lejos-, pero eso no es motivo suficiente para escurrir el bulto. En momentos tan dramáticos como los que vive Andalucía, un político tiene que demostrar que posee alma de líder. Y Arenas no demostró tenerla. Porque el votante se pregunta si un candidato que tiene miedo de presentarse a un inocuo debate electoral está en condiciones de gobernar en un periodo casi de emergencia nacional, con la amenaza de recortes y despidos y graves problemas sociales. ¿Está capacitado alguien así para tomar decisiones trascendentales? ¿Es razonable votarle? Me temo que no.

Pero tampoco debemos hacernos muchas ilusiones con los dos candidatos que sí participaron en el debate. "Me asquea la corrupción", dijo Griñán en el momento más interesante. Pero lo sorprendente del caso es que tuvo que leer esa frase. No fueron palabras que le salieran del corazón, o del cerebro, sino que tuvieron que salir del guión escrito que le había preparado su asesor de campaña. ¿No se dio cuenta de que esas palabras no se pueden leer en un folio impreso? ¿Tan alejado está del mundo real que ni siquiera es capaz de entender estas cosas tan elementales? Cuando uno dice "me asquea la corrupción", debe tomarse la molestia de decir esas palabras sin leerlas, de forma más o menos espontánea y mirando a la cámara, si quiere que esas palabras suenen sinceras. Pero ni eso hizo Griñán.

Y luego está la izquierda de Valderas, esa izquierda que todavía no se ha enterado de que vivimos en el siglo XXI y tenemos una moneda única europea y China es una potencia mundial. Porque nos gustaría saber de dónde piensa sacar la izquierda de IU -y la del PSOE, si vamos a eso- todo el dinero que hace falta para sus políticas de subsidios y ayudas y estímulos fiscales, esa utopía de una economía subsidiada en la que todo el mundo cobre una paguita y trabaje lo menos posible. ¿Cómo se financia todo eso? ¿Subiendo los impuestos hasta el 50%? ¿Nacionalizando los bancos? Alguien debería explicárnoslo.

Lo único claro es que vivimos en la sequía absoluta: sequía de líderes, sequía de ideas, sequía de soluciones, sequía laboral, sequía educativa, sequía empresarial, sequía sindical, sequía moral. Y por si fuera poco, ahora hasta tenemos la sequía meteorológica, la de la falta de lluvias y los campos resecos y los cortes de agua que ya asoman por el horizonte. Esto sí que es para dar la espantá y perderse donde sea.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios