Fue como el primer grito de libertad. El domingo pasado, los más pequeños de la casa podían salir al fin a pasear y jugar acompañados de algún adulto y durante toda la semana se ha visto la imagen de ellos por las calles y algún parque. Ayer llegó el turno de mayores y deportistas y en su mayoría han guardado la distancia preceptiva y han evitado la cercanía, ya sea por conciencia altruista o por propio egoísmo al que lleva sentir cierto pavor ante el coronavirus.
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