Cada año la llegada del Día del Antiguo Alumno nos trae una bella evocación al espíritu y un bello sentimiento al corazón en los recuerdos de nuestros años escolares.

El sentimiento marista es una fuerza que anida en nosotros y que no es fruto de un relámpago de emociones vividas, ni una flor nostálgica de la mejor época de nuestra vida en la que la juventud nos llenaba todo. Hay algo más hondo dentro de todos los que tuvimos la suerte de haber tenido una educación marista llena de una vivencia mariana en el amor a la Buena Madre, que fue durante muchos años llama viva en nosotros y que continúa como faro en los caminos de nuestra existencia.

Nuevamente, los antiguos alumnos Maristas de Huelva volvemos a recordar aquellos tiempos del colegio, aquellas horas entre las paredes de un edificio al que aprendimos a amar como a nuestra propia casa.

Hace unos días ha aparecido la revista La palestra, publicada por Ademar de Huelva, donde se recogen las actividades del año, así como artículos y páginas llenas de documentos fotográficos de recuerdos de antaño.

Hace un año, nos reunimos un gran grupo de antiguos alumnos en el Colegio Colón, que se llamó así cuando llegó la comunidad a Huelva porque en tiempo de la República no se permitía ponerle el nombre que los hermanos querían, que era Colegio de Nuestra Señora de la Cinta. Un año ya de una convivencia feliz, primero en la capilla junto a las pinturas que un día realizara el inolvidable hermano Esteban, o a los pies de la imagen de la Virgen, que yo vi adquirir al hermano José Rodríguez allá comenzando la década de los años cuarenta en su mediación. Luego la visita a las aulas, junto con compañeros de aquella época, pocos ya por el paso inexorable de los años, las oraciones, la misa, los cantos... todo cobraba realidad en el sentimiento marista que ahora vuelve de nuevo para miles de onubenses que allí iniciamos los paralelos caminos de la ciencia y de la formación religiosa.

Ya, entre los más antiguos alumnos del Colegio Colón, pediría a los jóvenes que no dejen de vivir y organizar esta convivencia anual, junto al cariño del hermano José Luis, alma que mantiene la llama de ese sentimiento marista, que es como una brasa que no se apaga en nuestro corazón.

A la Junta de los Antiguos Alumnos, fuerza, tesón y voluntad para que siempre esté izada esa bandera marista que lleva los colores de Huelva junto al símbolo de nuestra Madre y Señora.

Bienvenida sea esta nueva celebración a la que todos quienes sentimos la luz de la educación de Marcelino Champagnat, debemos asistir, celebrar y enorgullecernos de ella.

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