En el año 2020 murieron ahogadas en el mar mediterráneo 1717 personas, y no solo por culpa de la mar. Eso nos recuerda nuevamente el informe "Derechos Humanos en la Frontera Sur", realizado por la organización APDHA (Asociación pro-derechos Humanos de Andalucía), quien vuelve a poner sobre la mesa el efecto de las políticas migratorias españolas y europeas. Ya en 2018, comentando este mismo informe que se repite desde 1989, me dirigía a las personas fallecidas como "gente valiente, que cruza desiertos y guerras para salvar a sus familias, gente con nombres y apellidos, con familias y amigos, con un futuro que compartir con nosotros". Siguen siendo las mismas personas, y continuamos en esta carrera por el horror, sumando homicidios encubiertos por las políticas de los que nos gobiernan. APDHA califica esas políticas de "criminales".

Ante este bofetón de realidad, me pregunto ¿qué ha cambiado en el últimos año en la política de refugiados?, y más aún, un gobierno de coalición y de izquierdas, ¿en qué la ha mejorado? Me temo que en nada, y que nada ha cambiado. La gente que huye de la pobreza sólo puede hacerlo jugándose la vida en el mediterráneo o en el atlántico en la vía canaria, no existe una puerta de entrada segura ni se entrevé a corto plazo. Por otro lado, más allá de la ayuda humanitaria inicial, a las personas migrantes recién llegadas se las sigue tratando como criminales indocumentados; y después se las intenta invisibilizar para no herir a la ultraderecha o exacerbar los sentimientos xenófobos de la península, las metemos en aviones de tapadillo. Por último, el sistema de protección ideado teóricamente para la acogida de estas personas hace agua, y nunca mejor dicho, por todos sitios. No es más que una cortina de humo que enmascara el verdadero sentido de las fronteras hoy día: proteger nuestro tesoro. En definitiva, si no mueren ahogados se convierten en criminales, en ciudadanía "indeseable". Nada ha cambiado; PP y PSOE-Unidas Podemos hacen lo mismo.

Ante esta política de frontón que no sirve para nada, debemos convencernos de que la gente va a seguir llegando, sobre todo por los aeropuertos, que es por donde realmente entra la mayoría de los migrantes en España. No hay ningún SIVE ni ninguna concertina ni ningún policía que pueda impedir el deseo de los jóvenes africanos de tener una vida mejor. Si las políticas en materia de fronteras no oscilan sobre esa realidad, además de migrantes "indocumentados" tendremos playas llenas de muertos, y una indecencia más con la que convivir.

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