La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Sánchez, acusado por sus palabras

Primero se enfrentó a la responsabilidad de gobernar. Ahora a sus propias palabras tras la muerte de migrantes

Una montaña de cadáveres es el más difícil atril desde el que hablar. Se pueden decir las palabras menos humanas y más desalmadas: Sánchez agradeciendo desde Bruselas, sin tener toda la información, "la extraordinaria colaboración de Marruecos"; y, cuando la tuvo, diciendo que "la Gendarmería marroquí trabajó coordinadamente con las Fuerzas de Seguridad del Estado para repeler este asalto".

En abril de 2018, estando en la oposición, Sánchez tuiteaba: "El Gobierno de Rajoy debe atender ya al barco de Open Arms y comprometerse con una política de cooperación y humanitaria digna de la UE. Hay que parar este drama". En junio de 2018, recién llegado a la Moncloa, ordenaba la acogida del Aquarius y en su libro Manual de resistencia se autofelicitaba porque fue la "primera decisión" de su Ejecutivo: "Podíamos haber mirado para otro lado, como ocurre con demasiada frecuencia respecto al tema de las migraciones… El haber salvado la vida a las 630 personas del Aquarius hace que valga la pena dedicarse a la política". Pero en enero de 2019 bloqueaba el Open Arms en el puerto de Barcelona y en septiembre, cuando el buque pedía urgentemente un puerto seguro al que llevar a 121 personas, la portavoz Celaá respondía: "No podemos permitir que en el ámbito europeo se afinque el concepto de que sólo España hace rescate y recepciona migrantes". Tras ello el fundador de la ONG Open Arms dijo que durante los seis meses que el barco estuvo bloqueado "se ahogaron más de 500 personas en el mar", culpando al Gobierno español de ser "cómplice de las muertes" y de utilizar el Open Arms "para ganar votos".

Primero Sánchez se enfrentó a la responsabilidad de gobernar. Y en esto se basaron quienes disculpaban su cambio de actitud. Ahora se enfrenta a algo más grave: sus propias palabras tras la muerte de entre 23 y 37 migrantes. Ha dicho que lo sucedido en Melilla es "un ataque territorial a la integridad del país de forma violenta", que los responsables son "las mafias que trafican con seres humanos" y que "la Gendarmería marroquí trabajó coordinadamente con las Fuerzas de Seguridad del Estado para repeler este asalto". En lo primero y lo segundo algo hay de verdad. Pero hasta ahora decirlo suponía ser arrojado a las tinieblas de la extrema derecha xenófoba. Lo tercero, conocidos los datos y vistas las imágenes, es una infamia. ¿Qué le debe a Marruecos?

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