La brisa de enero siempre acuchilla la cara al amanecer. Es el invierno de Huelva que juega a las diferentes temperaturas, pero que rara vez en estas fechas olvida dejar caer unas gotas de agua bendita para recordarnos el dicho popular, tan unido a la festividad del Patrón.

Siempre se ha dicho que doctores tiene la iglesia, cuando queremos aceptar un mandato sin entrar en mas explicaciones de los cambios que pudieran establecerse. Uno de esos cambios fue para nosotros la variación hecha en el calendario para la celebración de una fiesta tan tradicional en los onubenses como es la de San Sebastián.

Por criterios de los nuevos tiempos, quedó establecida la supresión de algunas fiestas, en días laborables, cuando tenían motivos religiosos. El día 20 de enero Huelva tenía ese sabor de festejo sencillo, íntimo, pero lleno de fervor tradicional, que encendía los corazones choqueros, ante la presencia de la imagen del Patrón, cuando, la noche antes, se trasladaba de la capilla del cementerio viejo, con su nombre, a la mayor de San Pedro, en espera de la multitudinaria procesión del Santo a la mañana siguiente.

Los tiempos cambian y aunque algunos afirmen lo contrario, nosotros también.

La ciudad creció, sus tradiciones renovaron sentido y fecha, las costumbres de ayer se vistieron de ropajes nuevos, aquella geografía humilde voló como por ensalmo y ya, no existe, ni el cementerio viejo de San Sebastián, ni la pequeña imagen primitiva del Santo, ni el altillo completo de su calle, donde veíamos pasar la procesión, ni la querida Tertulia Litri, ni aquellos numeroso huertos a pie de calles alfombradas de hojas de palmitos, como tapices de una tradición imborrable, ni las tabernas ancestrales de la calle con el nombre del Santo, donde se rezaba por fandangos y en las ventanas y balcones de aquellas casitas blancas, encaladas y bajas, lucían colgadura con los colores de la bandera nacional…

Todo quedó en esa niebla que le llamamos el pasado y que como una gota de agua sin fin va taladrando la memoria e inundándola de nuevas imágenes, como visiones extrañas del calor de los recuerdos, que quedan en el fondo de nuestros sentimientos queridos y añorados.

Pero el tiempo, ese que cuenta en meses y en años, no se detiene y cada enero el día 20 llega, puntualmente, San Sebastián, bendito, Patrón de Huelva. Es el mismo de siempre, el de toda la vida, que cada año pasea por distintas fechas de celebración en la semana, para acomodarse a nuevas circunstancias. Pero es el mismo al que todos veneramos y pedimos por su intercepción que nos ayuda en momentos difíciles, como en estos de la actual pandemia, que ya él nos libró de otra hace siglos y que Huelva agradecida le eligió por Patrón.

Aquel barrio de San Sebastián ya es otro. pero el amor a la figura del mártir, a su devoción eterna, a su sentido de onubensismo imperecedero es la misma de siglos atrás. Esa no cambiará nunca porque la fe es constante e inamovible.

Nuestra oración es sincera, porque en la copla que no muere será siempre "mocito y galán" y, además, nuestro Santo Patrón.

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