Antonio J. / Mazo

Salven el basket, por favor

Si la política es sensible al servicio del deporte, que entre en el asunto. Cuando la política quiere, puede.

EL baloncesto aquí ha vivido en el alambre casi siempre. En los últimos años, el presidente Bayo corría con el gasto del eterno retraso en pagar patrocinios de Ayuntamiento y Cajasol. Razones personales y profesionales le llevaron este curso a cerrar el grifo. Un sagaz Perico Zalvide confeccionó un equipazo, casi de ascenso, pero con la imprevisión o exceso de confianza directivo en la provisión de fondos de septiembre a enero, y sin apenas dinero por taquillas ni gran inyección económica atípica, los atrasos se acumularon. Se apostó al todo o nada, pero el aguante del plantel no pudo estirarse esta vez como antaño, y hasta cuatro jugadores huyeron. La cosa ya casi parece un sainete, tan trágico como cómico (a Pepe Rodríguez le cortaron la luz del piso). Vista la fecha de caducidad del actual consejo, que el lunes se celebra junta de accionistas, y que corre el rumor de proceder allí a la disolución de la sociedad, yo digo que eso no puede, no debe ser. Más allá de reglas societarias o financieras, las S.A. deportivas significan más que paquetes accionariales individuales o sindicados. Por ello si la política es sensible al servicio del deporte, que entre en el asunto. Cuando la política quiere, puede. Si no solucionar la crisis, al menos pararla como, por ejemplo, con Nilefós. Siéntense Ayuntamiento, Diputación, Junta. Nombren cada cual sus personas de confianza. Gentes del baloncesto, que las hay. Apóyenlas. Yo qué sé. Hagan algo. Un plan de urgencia, auditoría externa, economía de contención, reflotar el club montando un equipito aguerrido, lo que sea, y si se han de perder los derechos, piérdanse, pero en la cancha. Sea por la cantera de cientos de chicos que quedarían sin referente en la elite, por los profesionales y empleados que están resistiendo tenazmente (que partidazo de ocho gladiadores ante Alicante el otro día), por esa afición y, en fin, por la memoria y el legado que nos dejaron aquellos Atalaya y Huelva 76, precursores del baloncesto moderno en Huelva. Antes, durante o después del día 7, hagan algo. Salven el basket, por favor.

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