Sin duda, "salvar" es hoy un inspirador verbo que abarca, según la RAE, desde liberarse de un riesgo hasta vencer un obstáculo, llevando aparejadas numerosas manifestaciones sociales y artísticas que encumbran y ennoblecen el término.

Así, la misión de los "Salvamentos Marítimos" consiste en salvar a las personas rescatándolas del mar. Si hablamos de literatura, la novela de Arriaga, "Salvar el fuego", ha conseguido el último Premio Alfaguara, narrando cómo el amor es capaz de salvar las diferencias entre clases sociales. Si pensamos en el cine, ahí tenemos a la conocida Salvar al soldado Ryan, de Spielberg en 1998 o a Salvar la Navidad, de 2014, dirigida por Doane. Ambas películas glorifican al verbo: consiguen encontrar al soldado desaparecido en la primera y se enaltece la religiosidad implícita en la Navidad en la segunda. Por cierto, incluso cabe recordar que una de las imágenes más veneradas de Andalucía corresponde a "El Salvador" al que se encomienda para su salvación toda Sevilla.

Por todos los sorprendentes mensajes que encierra, el verbo "salvar" se ha convertido en el más manoseado y manipulado, hasta convertirse en un himno. El proceso comenzó en 2020, cuando aquel "Salvar el verano", como banda sonora, permitió al personal viajar con todo el pack del "turisteo" incluido: cambiando de hoteles, comiendo y bebiendo en bares y restaurantes ambientados, mientras que los que no viajaron disfrutaron de la playa, de barbacoas con grupos de amigos y de piscinas comunitarias. El verano "se salvó" dejando un reguero de contagios por Covid. Un par de meses después, y animados aún por el "salvamento del verano", llegó aquel "Salvar el puente" (el de la Constitución), ideal para celebrar fiestas en casa rurales y convivir unos días con amigos y conocidos. El año terminó con redobles de tambores en la última campaña del año: "Salvar la Navidad" que, sin pastorcitos, ni siquiera unos Reyes Magos de verdad, acaparó botellones, fiestas ilegales y sanitarios al borde de la desesperación.

¡Qué ingenuos los que pensamos que sería el último de los salvamentos! Viene otro, de frente, dispuesto a todo y en el peor momento. Toca ahora "Salvar la Semana Santa", sin desfiles procesionales ni puestos de churros por Pablo Rada, pero que se convalidará con celebraciones familiares y de amigos aprovechando los días festivos que, si no se ponen medidas, ascenderá a la curva de contagios.

Después de estas experiencias ¡A mí que no me "salve" nadie, por Dios!

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