Salvar al PP

Es tiempo de cambiar estructuras, de restregarse hasta cambiar liderazgos

El pasado domingo Javi Rodríguez, mi compañero de columna, desgranaba lúcidamente las consecuencias sociales, económicas y políticas que la corrupción del PP ha tenido para todos, sobre todo la enorme herida hecha a la democracia tras años afrontando elecciones de manera delictuosa. El partido en el Gobierno, desgastado por casos de corrupción y atenazado por las condenas pendientes y la fuerza emergente naranja corre, a mi juicio, un serio riesgo de desmembramiento.

La democracia española fue fundada sobre los estertores de un régimen que no pudimos derrocar, y requirió de grandes dosis de imaginación, de valentía y de generosidad. De manera singular los partidos tuvieron que ceder a derecha e izquierda con el objetivo de iniciar algo nuevo, y tuvieron que redefinirse. A la derecha y bajo la denominación primitiva de Alianza Popular se forjó un partido complejo, que ha ido absorbiendo casi todas las expresiones conservadoras de este país: gente afín al régimen, corrientes eclesiásticas de poder, casi toda la democracia cristiana, etc., impidiendo el nacimiento de partidos xenófobos con más trascendencia. En cierta manera creo que el PP ha logrado mantener una expresión política de centro derecha, bastante moderada para las evidentes tentaciones extremistas que se han vislumbrado desde afuera. Creo sinceramente que ha sido un partido trascendental en nuestra democracia, necesario para conservar el estatu quo que precisaba nuestra transición, barrera de contención de muchas tentaciones, pero ¿podrá seguir siéndolo? Su incapacidad para regenerarse, para que desde sus bases aflore una actitud crítica regenerativa, y para tener una dialéctica política de altura lo dificultan muchísimo.

A estas alturas el Partido Popular ya sólo puede salvarse a sí mismo, ni las coyunturas económicas ni las reacciones patrióticas ante provocaciones independentistas parece que sean suficientes. Es tiempo de cambiar estructuras, de restregarse hasta cambiar liderazgos, de acudir a los principios fundacionales para reconstruirse sin "robar ni cometer actos impuros", y de ser más una oportunidad que un escollo.

Muy difícil, repito, pero quizás pedir perdón, dar un paso al lado y convocar elecciones sería una buena manera de empezar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios