Salvar la Navidad

El irresponsable mensaje de empresarios y gobernantes consiste en quedarse en casa ahora para consumir luego

érase una vez, terminada la primavera de un deplorable año, que una comunidad de personas felices por convicción más que por la realidad, después de unas semanas de confinamiento domiciliario por causa del virus tristemente conocido por todos, reaparecieron más felices aún y decidieron desquitarse de los meses vividos sin vida social. El resultado no fue difícil presagiarlo: se vinieron arriba y entre cerveza y cerveza, por ignorancia o ingenuidad, pensaron que ya habían convalidado lo que les correspondía de penuria y tomaron como himno Livin la vida loca. El resultado es tristemente conocido: la pandemia ni se fue ni se suavizó, se agravó.

Obviando las espeluznantes cifras de muertes y contagios, lo grave es comprobar cómo la gente se agarra al no querer saber, a un livin eterno, a confundir las medidas de seguridad como un reto a ver quién se salta más. Y no es lo peor, lo más execrable es que los responsables políticos participen del juego extendiendo por todo el país como consigna y slogan de grandes almacenes ese Salvar la Navidad. El irresponsable mensaje que transmiten sin tapujos empresarios y gobernantes consiste en quédate en casa ahora para que puedas consumir en Navidad al más alto nivel, mañana Dios dirá; es decir, somos pavos que ahora engordan para luego comérselos. Esa parece la postura de Casado o Arrimadas que solicitan acortar el estado de alarma dadas las fechas que vivimos; o Ayuso que ingenuamente aspira a que no haya contagios en Navidad e incluso los Premios Nobel en Economía, Banerjee y Duflo, que sugieren sin pudor un confinamiento nacional ahora para disfrutar luego de las fiestas. Por supuesto, no busquen razones científicas que lo justifique, como mucho las económicas.

Irresponsablemente, el fin de este aislamiento se celebrará aumentando la iluminación por el consumo, (100 km. en Barcelona); con grandes pistas de hielo e importantes conciertos (Madrid), o con niños hacinados en el Ayuntamiento para saludar a los Reyes (en Huelva). El slogan de Salvar la Navidad es bonito y sugerente, pero alguna trampa conlleva cuando en el diccionario de la RAE se presentan trece acepciones para el verbo salvar. Que no nos confundan, Salvar la Navidad no guarda parecido con el Salvar al soldado Ryan de Spielberg, donde se cuidó a Ryan con esmero, ni tampoco se trata del juego de Salvar al mundo de Fortnite, donde se busca la supervivencia. Este Salvar la Navidad se presenta como el opuesto al Salvar vidas.

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