Se nos van por los caminos del tiempo el aroma, los aires y el sonido de las romerías que entre cantares y música ancestral de tamboril y flauta nos marcan siempre un compás genuino de nuestra tierra.

La provincia de Huelva está llena de homenajes marianos traducidos en fiestas romeras que deleitan los sentidos y elevan el espíritu en esas devociones eternas que viven en nuestra alma.

Hace unos días recordaba una visita a la romería en los Montes de San Benito, en el Cerro de Andévalo. La devoción al santo que muchos ignoran que es el Patrón de Europa, tiene en el Cerro un altar de antigüedad que avala esa tradición de una tierra mítica como es el Andévalo.

Nunca olvidaré la llegada a la ermita del Santo, en los montes legendarios andevaleños, con la entrada de la jamugueras con bellísimos trajes romeros de un sabor inexplicable que merecen un serio y extenso estudio.

La procesión de San Benito por los alrededores de su ermita es todo un poema de belleza, devoción y sencillez de un pueblo que la venera.

Una romería perdida en el confín de los tiempos, siglos, que avalan su importancia. Y precisamente en este año que Huelva levanta la bandera de la gastronomía en toda España, yo no olvido ese caldo delicioso tomado en la mañana de la procesión, que tiene hasta su letrilla graciosa y verdadera, caldo de cordero y de chivito que entra en el cuerpo como un bálsamo celestial para dar fuerza y ardor a los rezos y a los cantes.

Mayo se va y con él las romerías que son pregones anuales de nuestras más sinceras devociones marianas.

En el aire ya hay amor grande que prepara a la explosión romera de Huelva. Ya salen las carretas para El Rocío. Ya los vivas y los cantares no cesan por los arenales que confluyen ante la Blanca Paloma. Ya todo es pasión romera con sentido único de amor a la Madre de Dios, al Divino Pastorcillo que espera en su santuario la llegada de más de un millón de peregrinos que recibirán la gracia de un Pentecostés andaluz que santificará esos espíritus marianos como flores de primavera abiertas a la fe.

La Romería del Rocío es la mayor proclamación en honor de la Virgen. Huelva, adelantada en fervor rociero ya camina para las marismas almonteñas.

En el sabor silente de la literatura juanramoniana, Platero vuelve a escuchar los gritos de los niños que anuncian. "¡Ya vienen las carretas!". Y es que la primavera ha florecido en el nombre de María.

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