Rizar el rizo

Aunque sea por fastidiar a los que mantienen esta flagrante injusticia: ¡Viva Tabarnia!

De todos es sabido que el nefasto Título VIII de la bendita Constitución de 1978 sacó la pasta del tubo de dientes y ya no hay manera de volverlo a meter. El mencionado título constitucional está dedicado al malhadado Estado de las Autonomías, aquel café para todos de la época Suárez y que ha acabado siendo cicuta para todos. Diecisiete pedazos dividen la piel de la patria y cada cual a lo suyo. Pero miren por dónde, igual que las personas, los vicios y las cosas mal hechas llevan a la nada con sifón. O sea, al desastre. Puestos a dividir España ya ha salido el pedazo dieciocho y el diecinueve. Lo habrán leído por ahí, se llaman Tabarnia y Palmarnia. Los dos responden a lo mismo, el primero en Cataluña y el segundo en Baleares. Los masacrados, expoliados y esclavizados por la tiranía nacionalista se han cansado. Y no les falta razón. En Cataluña, el territorio comprendido por Barcelona capital, su cinturón industrial, Tarragona y las costas de ambas provincias votan incansablemente contra el nacionalismo xenófobo, racista y supremacista. Su voto llega casi hasta el 75% a favor de los partidos constitucionalistas. Igual ocurre en Baleares con respecto a la capital Palma. Ellos son los que crean, con mucha diferencia, la mayor parte de la riqueza en Cataluña y han dicho basta.

A estas alturas del artículo algún lector habrá pensado: es que los de Tabarnia, aunque son más ricos, serán menos y la democracia es un juego de mayorías. Pues no, amigo lector. Los de Tabarnia son más ricos y son más, pero nos tropezamos con el mayor escándalo de la democracia española y del que apenas nadie habla: la ley electoral. La ley en vigor que rige nuestras elecciones prima el voto rural sobre el voto urbano, el voto en la pequeña ciudad sobre la gran ciudad. De tal manera es así que sacar un diputado en el medio campesino puede costar la mitad o menos de los votos que cuestan en la ciudad. Sacar un diputado en Soria cuesta muchísimo menos que en Madrid. Esta es la madre del cordero. Pero los partidos hasta ahora mayoritarios hacen su agosto en los pueblos, unos en Andalucía y otros en Castilla, y esta aberrante ley no se toca. Encima, los votos a los partidos nacionalistas están también primados. Hay un ejemplo que he referido aquí alguna vez: Izquierda Unida y Esquerra Republicana. El primero saca el doble de votos que el segundo en unas elecciones generales. Resultado: el segundo consigue el doble de diputados que el primero con la mitad de electores. Pues aunque sea por fastidiar a los que mantienen esta flagrante injusticia: ¡Viva Tabarnia!

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