La otra orilla

Javier Rodríguez

Retardistas

Los llamados retardistas no están sólo en Glasgow, están en todas las esferas de lo público y lo privado

Leí que así se les llama a quienes, sabiendo de la gravedad de lo del Cambio Climático, no hacen si no posponer las medidas que requiere la grave crisis que este está generando, principalmente las que implican la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero: CO2, metano… No se trata de esos negacionistas que creen que la Tierra es plana, que la nieve es un montaje o que nos quieren inyectar chips a través de las vacunas y que, por supuesto, no creen en los datos que nos ofrecen quienes se dedican a estudiar el asunto. Esta otra gente sí cree que se está produciendo un calentamiento global a causa de la acción del ser humano, incluso participan en las cumbres como la que se está celebrando estos días en Glasgow, pero lo hacen, generalmente, para poner palos en las ruedas de los ambiciosos acuerdos que la situación requeriría, para no parar de decir lo que repite de vez en cuando un buen amigo: "Ahora voy… si eso". Para los modernos coachs no paran de procrastinar, para la gente de mi pueblo son, sencillamente, unos vagos. Vagos porque, sabiendo que hay mucho que hacer, no hacen nada, y porque vagas son sus propuestas, vagas y grandilocuentes, vagas y bien publicitadas, que parezca que hacen algo, que se les vea en la foto de los que luchan contra el Cambio Climático mientras cruzan los dedos a la espalda, porque saben que van a seguir a lo mismo. Pero los retardistas no están sólo en Glasgow, están en todas las esferas de lo público y lo privado: pidiendo que se sigan construyendo aeropuertos, llevándose las manos a la cabeza ante la escasez de combustibles fósiles, mirando a otro lado cuando no se dan los pasos necesarios en la mejora de esa gestión de residuos que tanto metano genera o cuando la construcción de pozos ilegales seca los acuíferos de Doñana… Y no sólo retardan las medidas contra el Cambio Climático. Son los mismos que retrasan las medidas que permitirían reducir las desigualdades, acabar con las muertes prematuras de bebés o con enfermedades como el SIDA y son los mismos, no tengan ninguna duda, que tapaban la boca a los epidemiólogos que pedían a principios del año pasado que se tomaran medidas drásticas para evitar la propagación de una pandemia provocada por un virus desconocido. Pero no se preocupen ustedes, cuando ya sea tarde y tengamos encima otra catástrofe, ya encontrarán alguna manifestación feminista a la que echarle la culpa.

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