No puede haber mejor noticia de la mañana, más placentera, más gratificante, que la llegada de un libro. Y lo es, doblemente, porque si el autor es una persona por la que siente un especial aprecio, una afectuosa estimación por su obra y además se trata de un texto poético, la satisfacción no tiene precio. O lo tendrá mucho más cuando como ahora, vivimos unos tiempos de incertidumbre, de inquietud, de zozobra y de circunstancias tan desoladoras, que, como escribía no hace mucho tiempo, las lecturas poéticas, que tanto frecuento, resultan uno de los mejores lenitivos, uno de los más saludables alivios para trances tan preocupantes. Lo es, además, porque supone un reencuentro con un poeta que parecía alejado desde hace algún tiempo.

El autor es Manuel José de Lara y el libro Restos de colección, XXVII Premio de poesía Salvador Rueda de Málaga, 2019. Con todo su brillante y fructífero bagaje en la docencia como doctor en Historia por la Universidad de Sevilla y profesor de Historia Moderna de la Universidad de Huelva, especializado en Historia Cultural de la Ilustración Española y director del Centro de Estudios Húngaros y miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, su labor como investigador ha prodigado libros y publicaciones en torno a la historia de Huelva -recordemos su magnífica Biografía de una Iglesia: La Parroquia de la Concepción de Huelva (2005), de la que escribíamos aquí -y una dilatada autoría de publicaciones poéticas como El libro de las primeras irregularidades (1986), El río detenido (1996) o la colección de poemas A mi padre (2012)- el eximio poeta José Manuel de Lara publicada en Pliegos de Yuste: Revista de Cultura, Ciencia y Pensamiento Europeo. No podemos olvidar un muy celebrado y prestigioso trabajo radiofónico como director y presentador del programa de poesía Celacanto. En el libro que ahora recensionamos, Restos de colección, Manuel José de Lara Ródenas, confirma su sólida madurez poética y transita, segura y firme, inspirada y sutil, desde lo cotidiano a lo sublime. Y así se nos expresa como una efusión de versos bien tramados que trascienden del tiempo y el espacio: "Hay días/ en que el poema nace alegre,/ se va solo,/ pasea el sol de la tarde como si fuera un domingo/ (hoy es martes y no hay sol)/ y las palabras/ abren de par en par/ su cancela de gozo y de futuro". Todo es un verso que se libera de toda medida y deja volar loa sentidos, los sentimientos, las sensaciones y las vibrantes pulsiones del alma: "Yo no me quejo./ A nada se acostumbran/ mi corazón y el filo de mis labios./ Si amé una tarde y todo es ya una sombra,/ ¿por qué ese hermoso atardecer en vano?". En suma un reencuentro con un poeta que felizmente vuelve y ha retornado con un poemario que, aparte que nos alegra en lo personal y nos complace por el premio logrado, nos deleita y colma generosa y gratamente nuestro amor por la poesía.

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