Entre las muchas cosas que hay que esperar y pedir de un dirigente de máximo nivel es el respeto de su gestión hacia los que dirige. En ese ámbito del respeto lo principal es la consideración de las capacidades de sus dirigidos en el terreno del intelecto, por mucho que los comportamientos de las masas suelan se amorfos, dirigibles y manipulables. Ahí se demuestra la honestidad del dirigente y su equipo.

Por ello, Sr. Presidente, le pido que no insulte la inteligencia de los ciudadanos que le aceptamos -como no puede ser de otra manera- como presidente de "todos" los españoles, en la esperanza de que usted actúe de una vez, pues hasta ahora no lo ha hecho como tal. Comprendo que sus seguidores aplaudan, más sus estómagos agradecidos y sus socios, a quienes protege por encima de todo pues, perversamente, cuanto más se equivoquen y caigan ellos, más se beneficia demoscópicamente. Hablo de seguidores porque ese partido que en el 79 renunció al marxismo, no tiene nada que ver con el que ahora dirige ya que la socialdemocracia no existe ya que se representa a sí mismo, en una corriente personalista que sería sanchismo.

Aun así le pido nos respete a todos, pensemos como pensemos y votemos lo que votemos porque es su obligación y su compromiso en la promesa de respeto constitucional que realizó. No nos genere perturbación e inquietud con su abdicación de responsabilidades anunciada en favor de las CCAA; no reitere las peticiones de unidad para de inmediato -en una especie de oxímoron-encumbrar a los presidentes progresistas de las mismas; no permita que el portavoz de su ejecutiva federal insulte hablando de desequilibrio mental a una presidenta de distinto signo y, sobretodo, en situaciones excepcionales se comprueba la talla de los líderes y usted nos falta el respeto haciendo dejación de responsabilidad conocedor como es, del desgaste que supone afrontar la coordinación de la continuidad de una pandemia, a la que usted consideró derrotada y nos invitó a la salida y la diversión. Ahora, vista la situación, lo que se impone, inevitablemente, es: detectar, rastrear y aislar. Pero para hacerlo, no puede haber ausencia de liderazgo ni ausencia de coordinación, como tampoco de directrices no sólo claras, sino también homogéneas. Es su reto, pero sabiendo que aunar voluntades y consensuar no es sinónimo de que lo demás se entreguen a agachar la cérvix para que les imponga su voluntad en un claro ejercicio de servidumbre. Apela a aparcar la crítica pero desde sus instancias no paran de hacerlo hacia los opositores a su visión del problema que siendo sanitario, usted politizó desde el principio al intuirle cierta posibilidad de rédito personal y ahora, con los riesgos sobre la mesa y la tremenda incógnita del comienzo de curso escolar, usted delega. Con ello, nos falta el respeto a nuestra inteligencia y como suele ser habitual, anuncia con grandilocuencia: "centros seguros de Covid", pero no da un solo dato que lo sustente. Respeto, por favor.

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