En la sinopsis introductoria del libro Manual de resistencia, en el que figura como autor Pedro Sánchez, se dice que lo narrado en el libro es "… parte de un proceso personal de resiliencia, que no se entendería sin la fortaleza de sus convicciones…'', lo cual resulta, cuanto menos, ciertamente pretencioso pero absolutamente compatible con las características de la personalidad del personaje.

El problema es que esa pretendida fortaleza de convicciones no es capaz de sostenerse ni imperar la más elemental e incluso superficial revisión de las hemerotecas que nos revelan una coyunturalidad permanente en las decisiones y manifestaciones sobre cuestiones importantes que repercuten en la vida cotidiana de multitud de personas y que se plantean en función de sus intereses, puramente demoscópicos, en lugar de proporcionar la mejoría del interés general por encima del particular, que es ese sanchismo que él representa, dirige y preside. Podrían ponerse muchos ejemplos sobre ese profesionalismo de la contradicción que ejerce con demasiada frecuencia pero, aunque significativo y elocuente, resultaría demasiado tedioso.

Si a ello sumamos el uso frecuente de la argumentación institucional, las medias verdades -casi más graves que la mentira-, el eufemismo como afirmación positiva de esas medias verdades y el tacticismo de sus asesores públicos… configuramos un personaje enrocado en su propio narcisismo como herramienta encubridora de su tremenda debilidad. Por eso se agarra a la estética del escenario y el decorado que suelen acompañarle, el empeño en disfrazar su incompetencia además de sus fracasos con el señuelo del victimismo. Él es víctima y los demás culpables de la situación crítica generada que nos lleva de nuevo a elecciones, que era lo que, verdaderamente, él y sus asesores electorales, junto con el tezanismo, querían desde el 28 de abril.

Pues bien, puestos ya en ese punto, vemos que sigue en su abstracción de los límites institucionales, utilizando como propios los resortes del Estado: Moncloa, RTVE… cómo el relato se impone a los programas, cómo la endogamia falsea la realidad confundiendo a los ciudadanos porque aquí no tenemos un modelo presidencialista ni votamos gobiernos, sino partidos…

En definitiva, del no es no hemos pasado poco menos que al "Estado soy yo", pero su comentario rotundo ante su pretensión de único posible gobernante es el del representante de Compromís: "Quien no es capaz de pactar, no puede gobernar. Es irresponsable''. Así, señor Sánchez, sepa que no es usted solo, los electores también somos capaces de resistir y podría equivocarse en la táctica, que no estrategia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios