Sucedió el mismo día -que ya nadie recuerda- en que los mineros entraron en Madrid y luego en el ministerio de Industria se montó la rehostia; el mismo día en que Rajoy eliminó la paga extra de Navidad y tanto él como su Vicepresidenta salieron por la puerta trasera del Congreso para no enfrentar a los funcionarios; el mismo día en que los helicópteros de la policía no dejaron de sobrevolar el cielo de Madrid con un ruido de aquella manera tal que si estuviera sitiada; el mismo día en que una segunda marcha volviera a desembocar en la plaza que dominaba Esperanza Aguirre y que hoy ocupa su pupila Isabel Díaz Ayuso, que ambas creen que son suyas y no de la ciudadanía; el mismo día en que mientras finalizaba la primera novela de Beckett Sueño con mujeres que ni fu ni fa, traducida al español por primera vez un año antes, empezaran a sonar disparos y más disparos efectuados por la policía en torno a las 22:00, y un humo negro entrara por las ventanas del apartamento; el mismo día en que decidió dejar la lectura y salir a la calle a ver qué narices estaba pasando y al abrir el portal se encontró con una pila de policías ataviados de extraterrestres y le espetaron en la cara ¡fuera de la calle!

Ese día, precisamente ese día-le dijo al psiquiatra posteriormente- perdió la autoestima y comenzó a reptar como un gusano y a citar a los antepasados de todo lo que se moviera a su alrededor.

Cuando la policía dijo ¡fuera de la calle! con escopetas siderales en las manos, vestidos de negro y acolchados como jarrones chinos embalados para el trasporte, se acordó no sabe el porqué de Fraga, ese que murió en loor de gaitas, y del avance de los neocón en este país y de cómo le están ganado la batalla ideológica a la izquierda, que cada vez se divide más.

Desde ese día solo piensa en la revolución, en cómo cargarse a los representantes de estos partidos políticos y estos sindicatos que para nada sirven. "La vida no es vivir sino estar sano." -le dijo el psiquiatra ayer en su visita semanal, citando un epigrama de Marcial-. ¡Y un carajo! -le contestó el hombre reptante, mientras se deslizaba hasta la puerta de salida.

Y hoy, cuando escribe esto tirando de apuntes, se dice que por qué tenemos la memoria tan breve, tan exigua. Que con la derecha y los ultras hay que tener mucho cuidado. Como muestra, basta el botón de la Fiesta Nacional, esa que piensan es suya: igual que España, la bandera y lo que les dé la gana.

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