El hecho de que nuestro país, en el plazo de cuarenta años haya conocido siete leyes educativas, da pistas sobre la estabilidad o importancia que se le otorga a la educación en España. Eso sí, es un preciado poder para los gobernantes, teniendo en cuenta las posibilidades sociales y económicas que se disponen cuando se posee el control de la educación.

En este proceso reformador, le tocó a Isabel Celáa protagonizar el liderato para modificar la penúltima de las leyes educativas (la LOMCE o ley de Wert). El resultado se conoció como Ley Celáa, en honor a su Ministra. Lo peor es que no se contaba entonces que a "rey muerto, rey puesto" y Celáa, una vez terminada la redacción de "su" ley, fue sustituida, como Ministra de Educación, por Pilar Alegría que, para empezar, decide reformar nada menos que la reforma.

El cambio más relevante, emprendido por Alegría, tuvo lugar hace unos días cuando el Consejo de Ministros aprobó el nuevo Decreto de Evaluación, con las instrucciones necesarias para evitar repetición de asignaturas o de cursos. La medida, que está provocando reacciones tan variadas como negativas, consiste en disponer de estrategias para evitar que los estudiantes fracasen, ya sea por la metodología empleada o por los criterios de evaluación disponibles. Para conseguirlo, y demostrada la inutilidad de castigar al alumnado mediante la repetición, es de vital importancia conseguir motivarlos ¿Saben qué pasa? Que la responsabilidad sobre la motivación no recae solo en los estudiantes. Se necesita un profesorado formado, capacitado en diferentes destrezas que animen al estudio y ¿por qué no? colaborador con el equipo para decidir qué hacer ¿Y si aprendemos de los portugueses que han conseguido un sistema educativo exitoso, coherente y sin apenas repeticiones de curso?

La verdad es que cursar dos veces las mismas asignaturas, además de ser costoso económicamente, no ha conseguido resultados positivos. España es de los pocos países de la Unión Europea, en los que la repetición de curso está normalizada y, paradójicamente, en lugar de ir descendiendo, aumenta el número de repeticiones. De ahí que la propuesta del Gobierno actual consista en contar con el equipo de profesores, puesto que es éste quién mejor conoce a los estudiantes y quien más capacitado está para decidir sobre lo que se debe hacer.

La solución no está en hacerlos repetir sin analizar las causas, sino en dar con las medidas necesarias para que no tengan que hacerlo.

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