Regreso

Es imposible vivir en una sociedad respetuosa con la dignidad humana si no existe el derecho a la intimidad

Estos días están circulando montones de filmaciones de personas que salen tambaleantes del real de la Feria (en Sevilla, claro). Hemos visto a una pareja ya mayor haciendo una especie de slalom gigante entre papeleras y farolas, y a un joven -o al menos parecía joven- que vomitaba en una esquina. Otra pareja tenía que apoyarse en la pared porque era incapaz de seguir caminando. Otra no atinaba a llegar al autobús. En los comentarios de las redes sociales, la gente se reía mucho con estas imágenes. A mí, la verdad, no me han hecho ninguna gracia. Y peor aún, ver cómo se las toma la gente me hace sospechar que la época que se nos viene encima -no la nuestra, que está agonizando, sino la nueva que se impondrá en los próximos diez o veinte años y que vendrá desde China- va a ser una época espantosa para la intimidad personal. De hecho, que estas imágenes humillantes se puedan difundir y puedan ser vistas por millones de personas en todo el mundo es una calamidad que no tiene nombre. Vamos a ver, que esa gente sólo fue a la Feria a pasar un buen rato, y si bebió más de la cuenta y tuvo, ejem, problemas para volver a casa, tampoco es como para exhibirlos como si fueran fantoches de un reality cochambroso.

La desaparición de la intimidad es una de las realidades más terroríficas que se nos vienen encima. Hace años uno podía volver haciendo eses a su casa, pero la probabilidad de que te vieran se reducía a las personas que te conocían o con las que te cruzabas, en realidad no demasiadas. Ahora te pueden grabar en el móvil y difundir tu imagen por medio mundo. Al día siguiente nadie se acordará de ti, pero a lo mejor alguien usa tus imágenes haciendo eses para convertirlas en un meme y de buenas a primeras te conviertes en eso que ahora se llama un icono global. De la noche a la mañana te has convertido en el arquetipo del Borracho. Y sin cobrar un euro, eh, que ahí viene lo bueno.

Se mire como se mire, es imposible vivir en una sociedad respetuosa con la dignidad humana si no existe el derecho a la intimidad. La inviolabilidad del domicilio, la libertad de expresión, la libertad de cátedra y de conciencia, todos estos conceptos elementales de un Estado de Derecho son indisociables de la idea de la intimidad humana. Y esa idea se está erosionando cada día más, hasta el punto de que mucha gente ni siquiera es consciente de lo que significa. Mal asunto.

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