Reforma o ruptura

Podemos aspira a una ruptura total con el sistema para cambiarlo por otro supuestamente más justo

L style="text-transform:uppercase">os nacidos en la década de los 40 estábamos en la treintena durante la etapa de nuestra historia que denominamos Transición. La llegada a nuestros años de madurez coincidió con un profundo cambio en las estructuras políticas del país y, consecuentemente, en nuestras vidas. España accedía, cuarenta años después, a una democracia real, nada que ver con la orgánica, calificativo con el que disfrazaba el régimen su dictadura. Tras haber vivido hasta entonces privados de ese oxígeno del alma que es la libertad, pudimos respirar por primera vez a pleno pulmón. Los años que siguieron a la muerte de Franco (1975) quedaron marcados por hitos trascendentes: designación de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno y Ley de Reforma Política (1976), legalización del Partido Comunista (1977), referéndum para ratificar la nueva Constitución (1978). El debate político de la época tenía como centro la disyuntiva ruptura / reforma. El diálogo entre los líderes que representaban las distintas opciones ideológicas, desembocó, por consenso, en la reforma constitucional, que algunos llamaron "ruptura pactada". El proceso de transición española a la democracia es considerado por muchos analistas como modélico y lo cierto es que abrió las puertas a un periodo de paz social y progreso muy positivo.

La ilusión que despertó el advenimiento de la democracia ha ido sufriendo, con los años y la torpeza de algunos políticos, un deterioro que ha generado el desencanto ciudadano. La crispación ha ido ganando terreno al consenso inicial lo que, unido a la crisis económica y a los escándalos de corrupción, ha propiciado un espectacular ascenso de corrientes emergentes que han liquidado el bipartidismo. La más crítica, Podemos, que supera ya el 20% en intención de voto, aspira a una ruptura total con el sistema actual para cambiarlo por otro supuestamente más justo. Los nacionalistas más radicales ven en la posible desestabilización del Estado una oportunidad para sus aspiraciones separatistas. Nuevamente, cuatro décadas más tarde, se plantea la alternativa ruptura / reforma. Los que deciden el camino, el pueblo español, y especialmente las generaciones jóvenes que no vivieron la Transición, deben saber que quienes no aprenden las lecciones de la historia pueden verse obligados a repetirla. Y lo que todos tenemos claro es que no queremos en España más dictaduras, sean del signo que sean.

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