tiempo de academia

Benito A. de la Morrena

Académico de Número de la Academia Iberoamericana de la Rábida

Reflexiones para la esperanza

Si queremos que el ser humano en el Planeta tenga un futuro de "calidad", deberemos ir asumiendo retos para cumplir con el significado de estas definiciones: desarrollo sostenible, eco-diseño, eco-innovación, eficiencia energética, eco-eficacia, energía renovable, cambio climático, eco-movilidad, inteligencia ecológica, …

Conceptos nuevos que han surgido como consecuencia del "maltrato" al que hemos sometido al Planeta, pero también como oportunidades de nuevos negocios que revitalicen el obsoleto mercado tradicional, basado en el consumo de productos perjudiciales para el medio ambiente y que están afectando a la calidad de vida de los seres vivos que lo habitan.

No queda más remedio que poner soluciones, pero éstas deben llegar desde el razonamiento lógico que permita perpetuar la especie, dentro del equilibrio de desarrollo sostenible y pensando en el porvenir, y no sólo en el presente.

La vida es limitada para todos los seres vivos y la perpetuidad no existe. Que lleguen a comprender esto los "amasadores" de fortuna, es algo complicado a causa de la ambición, principal defecto de un ser humano capaz de someter a la miseria a millones de seres de la misma especie, con tal de prevalecer en una opulencia que solo le durará hasta sus ochenta años, media de vida en los países desarrollados y a los que habrá llegado con la única felicidad de contar las monedas de su "riqueza" material, pues la riqueza moral nunca la habrá percibido.

Que la degradación del medio natural está afectando a la calidad de nuestra vida, es un hecho fácilmente demostrable, si bien ello no significa que el Planeta esté en riesgo, pues él seguirá su curso hasta que, dentro de cuatro mil quinientos millones de años, el Sol convulsione y con ello su sistema planetario, pero mientras tanto, los seres vivos que en él vivimos, solo tenemos que cuidar de mantener esa calidad de vida que no sabemos aprovechar, y solo basta con analizar el "por qué" de que el 80 % de los productos farmacéuticos del planeta sean para tratar las dolencias del 20 % de los ciudadanos que habitamos en los países desarrollados, mientras que, por una simple gripe, mueran a millares nuestros semejantes en países donde ya está implantada la pobreza.

Evidentemente hay soluciones, pero entiendo que éstas deben de ser impuestas por la fuerza de la razón, no por la razón de la fuerza, y para ello debemos recuperar los valores fundamentales de la convivencia que nace de la inteligencia natural, y dejar a un lado las ambiciones extremas.

Promover revoluciones para conseguir los fines, raya ya en la desesperación final del que se ve abocado a la más extrema miseria, y esas personas suele ser presa fácil de esos otros "libertadores" que pretenden que sus ideas prevalezcan por encima de las del contrario, tomando como presa fácil, al "ejercito del pueblo", ese pueblo maltratado que es fácil de dirigir porque ha perdido su rumbo, carece de ideas propias y tiene hambre.

Nadie nos va a resolver nuestro problema, debemos ser los humanos actuales los que aportemos soluciones y, a mi entender, y salvo excepciones, hay una generación perdida, que suele superar los 50 años, demasiado desengañada y acomodada en el "mundo" que ha contribuido a crear. Otra, en fase incipiente, que no ha llegado a los 22, que es la que sufrirá o disfrutará de lo que suceda en el futuro; y la tercera, la que está en medio, que es a la que les toca realmente buscar las soluciones a los desmanes cometidos, si queremos que la especie humana sobreviva adecuadamente.

Elevar el nivel cultural de los pueblos desfavorecidos sería el comienzo de un largo camino que podría ofrecer las soluciones deseadas, pero tiene que superar demasiados inconvenientes promovidos desde los sectores que utilizan la esclavitud intelectual del pueblo en beneficio propio. Un sueño para muchos que ven en la lejanía este ideal, pero si somos capaces de apoyar a nuestros hijos, quizás los nietos puedan ver hecho realidad este deseo de sus abuelos y, recuerden que no es su supervivencia por lo que estará luchando, es por un fin más importante, el de la evolución de su especie, algo que en la Naturaleza es lo típico y normal, y por ello mi sintonía con todo movimiento o creencia que promueva el amor y la caridad.

Pienso que la juventud, "divino tesoro" es la solución a estos problemas, pero el "sistema" los pretende preparar a modo de los intereses que de ellos se pretende obtener, como si de pequeñas piezas de maquinaria cualificada se tratara, para que nuestra gran máquina de "producir" nunca se pare. Deberemos, pues, tener obreros muy bien especializados, otros menos capacitados y los que no nos sirvan para nada, que ingresen en la lista de subsidiados o de la beneficencia. Mala solución a medio plazo pues estamos acumulando los condimentos necesarios para promover la revolución social que conlleva a la desestabilización de la democracia.

Afortunadamente, los jóvenes, a los que todavía no hemos "contaminado" y tienen capacidad de generar ideas propias, pueden aportar soluciones, siempre y cuando los acomodados "sénior" sepamos dejarles tomar las riendas de un mundo que va siendo, cada vez, más suyo que nuestro y, recordemos que, si no les dejamos ocupar su espacio, ellos estarán "obligados" a tomarlo.

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