Qué pesadez! Todavía estoy intentando recuperarme del empacho de la última comida navideña y olvidar la traumática experiencia de las compras de Reyes y ya me están llamando de los grandes almacenes para que acuda a adquirir lo mejor de lo mejor a precios imbatibles. ¡Qué no pare la fiesta! Me dicen.

En la plaza, un pescadero contestaba a una clienta que intentaba regatear los precios "por lo mal que está la cosa" que tan mal no estarán cuando él había vendido cientos de kilos de gambas para las cenas navideñas.

Tan mal están. Sí. Pero los grandes almacenes quieren que me olvide de ello. Y quieren que siga comprando, que siga gastando. Da la sensación de que no hemos aprendido nada. Ni los consumidores ni los gestores de la economía. El sistema está colapsando. Nuestros vertederos están colapsando. Los bancos están colapsando. El planeta está colapsando. El Mediterráneo está colapsando. Pero nosotros seguimos empeñados en que las cosas pueden volver a ser como eran. Puede que incluso seamos conscientes de que todo este derroche es un espejismo pero es nuestro espejismo y es más gratificante que la sedienta ruta por el desierto.

Sigamos comprando, aunque no lo necesitemos, aunque los pantalones que remplazaré podrían aguantar varias temporadas más. ¡Es tan reconfortante estrenar ropa! O móvil. O mueble. O bicicleta.

Seguramente si usted mueve un poco la vista podrá encontrar un anuncio de las rebajas mucho más persuasivo que esta aburrida, triste, y cansina diatriba contra el consumismo y eso les conducirá a un error: el de creer que sugiero que volvamos al mundo de las cavernas. Nada más lejos de la realidad. Entre las cavernas y los Mundos de Yupi hay muchísimas opciones. No se trata de desaprovechar las ventajas de la tecnología, de los avances de la ciencia que permiten que la vida pueda ser más cómoda, más saludable, más feliz… Se trata de que no nos dejemos engañar por los cantos de sirena del "consume hasta morir" al que nos invita esta constante campaña de marketing en la que vivimos: Navidad, San Valentín, ¡ya es primavera!, rebajas de verano, la vuelta al cole, las comuniones, las ferias, ¡ya es otoño!, Halloween, Black Friday y vuelta a empezar. Una dinámica que lejos de conducirnos a la felicidad nos hunde en la insatisfacción y apuntala un sistema explotador e insostenible que en vez de ofrecer más por menos nos pide que nos rebajemos nosotros mismos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios