Inmersos en un sustrato ideológico neoliberal que valora hechos y personas en función del puesto que ocupe en un ranking, no puede sorprender que el situarse en los puestos mejor apreciados se convierta en una soñada meta. Tanto es así, que ya no es necesario analizar condiciones ni variables de los hechos. Se da por bueno todo lo que una gráfica (en color, sobre todo) sitúe entre los mejores.

Por ejemplo, se utiliza un diagrama, que refleja el resultado de una prueba estándar a nivel mundial sobre los conocimientos de los estudiantes de Secundaria, para condenar todo lo que se está haciendo en la educación del país. Las pruebas PISA apenas prestan atención a las diferencias (contextuales, intelectuales o personales) para atender solamente los resultados. No obstante, la posición que se ocupe en ese listado se convertirá en dogma de fe. Se aplauden los avances de la economía a la luz de una gráfica que ilustra un ascenso en el número de empleados. Da igual qué tipo de trabajo se ocupe, cómo sea remunerado o qué condiciones se realice. También en Huelva se celebra el aumento del número de turistas sin preocupación alguna por la disponibilidad económica de los mismos o por el dinero que se dejan aquí. Parece que lo importante es que la línea indicativa suba.

En este contexto de sobrevaloración de rankings, no deja de sorprender que, en el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia (17 de Mayo), poniéndose de manifiesto el descenso de la sensibilización de la población ante los derechos de homosexuales, transexuales y bisexuales, no se haya producido alguna alarma social. Este desinterés invita a pensar que las actividades de concienciación sobre el respeto a la tendencia sexual de la persona o a su identidad de género, no han producido el resultado esperado. Y las medidas tomadas en la Unión Europea, dirigidas a mejorar el respeto y la promoción de los derechos de este colectivo, a la vista de los resultados, se manifiestan como insuficientes.

Claro que estos análisis no son tan entretenidos como los que se hacen cuando el Real Madrid está a la cabeza de la Liga. Tampoco pueden compararse con los porcentajes que se están manejando sobre exportaciones agroalimentarias en Huelva o sobre los ingresos previstos con motivo de la Capitalidad Gastronómica. Y es que hay clasificaciones y clasificaciones y en ésta no se habla de dinero, sino de respeto a los derechos y de dispensar un trato justo a todo un colectivo… ¿Tendrá algo que ver?

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