La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Quim no sabe que es el tonto útil

Sánchez no ha aceptado el ultimátum y piensa resistir aun sin presupuestos propios: lo primero es lo primero

Puigdemont proclamó la república catalana y a continuación la suspendió por falta de trapío: no la reconoció ningún país ni la reconoció la mitad de los catalanes. Todo mengua y degenera. Quim Torra, que es el monaguillo que le calienta el sillón en el Palau de la Generalitat, ha lanzado un ultimátum al Gobierno de Pedro Sánchez y al rato también lo ha suspendido. Son gente de muchas palabras y de poca palabra.

El ultimátum era a plazo fijo y corto: si en este mes no hay noticia concreta sobre el referéndum de autodeterminación que permita la secesión de Cataluña, los independentistas dejarán de sostener a Sánchez y éste caerá. Luego se lo ha pensado mejor -sus socios de ERC se lo han hecho pensar mejor- y ha fingido que está dispuesto a negociar con España sin condiciones. Eso sí, con mediadores internacionales y sin perder de vista la situación de los presos y los prófugos. Especialmente, del prófugo que lo maneja a él desde su corte sainetesca de Waterloo.

El chantaje efímero de Torra coincide con el máximo esplendor de su debilidad. Esta semana se ha tenido que aplazar otra vez el pleno del Parlament por el embrollo que se traen el PDeCAT y ERC a cuenta del voto delegado o sustituido de los líderes suspendidos por el juez Llarena (reflejo de la grieta irreparable que separa a los partidarios de la desobediencia y la unilateralidad y los defensores de la negociación) y hemos visto a los superradicales intentar el asalto a la Cámara legislativa, después de que el propio Torra les animara a "apretar" a su Gobierno. El pobre cree que las CUP, ANC y otros son compañeros de viaje que ayudan a la causa, y ni se ha dado cuenta de que el tonto útil es él. De paso insisto en que la posición de Junqueras y ERC me parece la más coherente y fructífera para los intereses del independentismo: convivir con la frustración de que la secesión no fue posible, aceptar la derrota de hace un año y trabajar para convencer a los catalanes de que sumen fuerzas al proyecto. Poco a poco y democráticamente.

A todo esto, Pedro Sánchez ya ha respondido al ultimátum de Torra. No le va a dar lo que exige y no sólo eso, también está preparado para gobernar con los presupuestos del PP si los secesionistas no le votan los suyos. La consigna es resistir. De forma menos benévola: a Sánchez ya le importa menos transformar la realidad con un instrumento presupuestario propio que seguir gobernando él. Lo primero es lo primero.

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