Parece demostrado eso de que "después de la tempestad, llega la calma" porque suele suceder que a una situación estresante le sigan otras de serenidad, sosiego y reposada reflexión sobre lo vivido… Sin embargo, no, no ha sido así. Han pasado casi dos años desde la maldita pandemia, que no solamente nos obligó a un encierro, con todas sus consecuencias, sino que nos arrancó de cuajo las manifestaciones afectivas y sociales, precisamente cuando más falta nos hacía.

Era imprevisible, pero ha sucedido. Como reacción a este período de aislamientos y ahora que la población está casi totalmente vacunada y, por tanto, libre de virus y de contagios, se ha desatado un brote que trae como síntomas: la exaltación de la amistad y el entusiasmo y acercamiento al amor, al sol y al alcohol (que no nos falte de na… )

Estamos en el punto, para disfrute y goce del sector de la hostelería, de celebrar "lo que quiera que pueda ser celebrado", eso da igual. Al "echar un ratito con los amigos", o lo que significa tomar juntos unas copas antes, durante y después de comer, le sigue una carrera ascendente hacia la incierta meta de la diversión. La mayoría de las veces da igual el cómo o el con quién, pero hay que explayarse hasta el punto de la obsesión por disfrutar de la calle. Lo suyo es ir a las discotecas (o hacer "botellones"), viajar adónde quiera que sea, con ganas o sin ellas y más por "obligación" que por placer, para regocijo de los profesionales del turismo; y hay que emocionarse sin mesura con las procesiones de Semana Santa (¿quién dijo miedo?). Todo por exhibirse (impúdicamente, a veces) pleno de alegría.

La sociedad vive inmersa en una carrera de fondo para competir, sin modestia, acerca de quien ríe más, quién sale más a la calle o quién viaja más, convirtiéndose en un proceso ajeno a la paz y reposo, que sería lo previsible después de casi dos años de semi aislamiento ¿Cómo dudar de los avisos que vienen emitiendo los profesionales sobre insólitas enfermedades mentales, mayormente entre los jóvenes? ¿Cómo poner en tela de juicio el que vayan faltando psicólogos? ¿Cómo mirar para otro lado ante los contagios que vienen apareciendo en personas debidamente vacunadas? ¿Cómo evitar la temida palabra repunte? Y, ante la duda, pregunten entre los invitados a Comuniones y Bautizos.

Todos, tanto jóvenes como mayores, necesitamos ese anhelado contacto social y lo necesitamos con tanta intensidad, que tenemos la obligación de ser prudentes para seguir disfrutándolo.

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